Texto: J. E. Iglesias
Mallorca Global ha preguntado a varios expertos sobre los efectos de la pandemia de la COVID-19. Sebastián Crespí, Margalida Gili, Marta Vall-Llossera, Pere Salvá y Antonio Tarabini analizan desde su propia experiencia diferentes puntos de vista de lo que estamos viviendo.
“Corredores sanitarios con Europa y tests”
SEBASTIÁN CRESPÍ. Biólogo, consultor de la OMS y experto en enfermedades infecciosas
Sebastián Crespí colaboró con la OMS en la preparación de protocolos sanitarios con los que poder operar con cierta seguridad en el sector turístico. Según el experto en enfermedades infecciosas, “estos protocolos han demostrado ser eficaces” pero la recuperación paulatina del turismo pasará por “la concreción de los corredores sanitarios en Europa y por la realización de test en las entradas y en las salidas”.
Para el científico mallorquín, las medidas de prevención y control (lavado frecuente de manos, uso mascarillas y 1,5 metros de distancia) “están bien establecidas” y, en el ámbito social –dice– hay que evitar las 3 C: “espacios cerrados y mal ventilados, concurridos y con muchos contactos estrechos”. Todo esto “debería combinarse con estrategias eficaces de testeo y rastreos” y, en el ámbito individual, con un comportamiento responsable: “el grueso de las infecciones, quizás el 80% o más, podría evitarse cumpliendo con las medidas básicas de mascarilla y distancia”, apunta.
Crespí recuerda que la tasa de mortalidad del SARS-CoV-2 es mucho menor que la de otros coronavirus que pueden causar infecciones graves como el SARS, que “empezó en China en 2002-2003 y duró unos ocho meses”, o el MERS, que “se identificó en 2021 como la causa del brote de síndrome respiratorio de Oriente Medio”. Es “su gran transmisibilidad lo que lo ha convertido a la postre en una amenaza mucho mayor y sin parangón en los últimos cien años”.
“La psicología científica no está teniendo el protagonismo que debería en la reducción de la transmisión viral”
MARGALIDA GILI. Catedrática de Psicología en la UIB
Margalida Gili resalta la importancia que tiene la conducta humana en los contagios y considera que “la psicología debería unirse a la virología y la epidemiología para aunar esfuerzos y utilizar los conocimientos sobre el cambio de actitudes y comportamientos para contribuir a disminuir la transmisión”. Hasta ahora, añade, “la psicología científica no está teniendo el protagonismo que debería a la hora de contribuir a la reducción de la transmisión viral”.
“La fatiga, el cansancio conductual y en ocasiones la reactancia y el sentimiento de que se pretende coartar la libertad individual” –sostiene Gili– son patrones de conducta que se pueden predecir ante las restricciones y la incertidumbre vividas estos meses, que “han desencadenado un malestar psicológico no solo derivado de la situación sanitaria sino también de la crisis económica que provoca la pandemia”, agrega. La sensación de muchas personas de que la demanda de la situación supera a capacidad que tienen de ir adaptándose a tantos cambios está detrás de la sintomatología que han desarrollado. Que se cronifique o no, “dependerá de muchos factores individuales”, sostiene la catedrática.
Preguntada por la tensión social, Gili mantiene que “las reacciones públicas a la pandemia están supeditadas a la confianza, a los valores, al liderazgo, a las percepciones de eficacia personal y colectiva, a las normas sociales. Al no existir unas condiciones óptimas en este sentido, así como un límite temporal aproximado, la vivencia de esta amenaza colectiva puede producir consecuencias sociales negativas en las que grupos minoritarios se alcen con el protagonismo y escenifiquen problemas sociales de manera antisocial”.
“Necesitamos hogares flexibles que nos permitan trabajar, estudiar y convivir”
MARTA VALL-LLOSSERA. Decana del Colegio de Arquitectos de Baleares
El confinamiento nos ha obligado a pasar mucho más tiempo en nuestros hogares, lo que ha provocado que “prestemos más atención a los espacios interiores que habitamos”, afirma Marta Vall-Llossera. En su opinión, “necesitamos hogares distribuidos de manera flexible que permitan trabajar, estudiar y convivir. Espacios de un tamaño adecuado, bien iluminados, bien ventilados, con un buen aislamiento térmico y a ser posible con zonas exteriores”.
Estas necesidades también son trasladables a cualquier tipo de edificio y espacio público: “Hay que trabajar para crear barrios y ciudades que de manera ordenada y con una visión global basada en criterios técnicos, urbanísticos, sociales, económicos y medioambientales adecuados, humanicen las ciudades”. “Hablamos ya –añade– de las ciudades de 15 minutos que eviten desplazamientos innecesarios y dispongan de los servicios básicos al alcance de todo el mundo”.
Para conseguirlo, la decana del Colegio de Arquitectos de Baleares pone el foco en la necesidad de apostar por políticas urbanísticas y de vivienda que “impulsen la rehabilitación, renovación y regeneración urbana incorporando mejoras en la accesibilidad, su adecuación a nuevas formas de vida, trabajo y ocio, etc.” También es “el momento de incorporar nuevas tecnologías y materiales que tengan en cuenta el ciclo de vida del edificio, el consumo de recursos y la economía circular”, remata.
Vall-Llossera se refiere a dos retos que debería abordar Baleares de forma urgente: “Por un lado, la falta de vivienda asequible, y por otro, la necesidad de mejorar la eficiencia energética del parque edificado”.
“Hay un cambio de comportamiento residencial”
PERE SALVÀ, Catedrático en Geografía Humana UIB
La densidad de los núcleos urbanos, donde se concentra más de la mitad de la población mundial, “ha incidido en la rapidez con la que se han propagado los contagios”, apunta Pere Salvà, que lamenta que “en su momento, cuando se dispuso de los servicios generales de bienestar, se olvidaran de que era necesario que las ciudades estuvieran aireadas”.
Tratando de reducir su exposición a la infección y en búsqueda de una mejora en la calidad de vida, muchos ciudadanos “han vuelto a la España vacía o vaciada, con buenas comunicaciones para el teletrabajo y, en el caso de Mallorca, con la ventaja de que las distancias son muy cortas”, sostiene el catedrático.
“La COVID nos va a dar cambios de comportamiento residencial”, persevera. “El movimiento de población que se produjo en los ochenta de Palma hacia urbanizaciones de adosados (Marratxí, Bahía Grande, Bahía Azul, etc.)” se va a repetir y “las más de 50.000 viviendas de campo que hasta ahora eran secundarias se van a transformar en principales”.
“Esta ola de gente que ya se está yendo a estas urbanizaciones y sitios residenciales –concluye– dejarán pisos que serán ocupados por otros que vengan”. Salvà menciona la necesidad de recuperar “el deseo del viaje, que ha desaparecido. Para nosotros es muy importante que la gente vuelva a viajar, porque si hay que reconvertirnos…, no hay alternativa. Es muy difícil introducir otras industrias. Lo que tenemos es que controlar más el turismo para evitar impactos medioambientales”.
“Los déficits obligan a corregir la financiación autonómica”
ANTONI TARABINI. Sociólogo
Antoni Tarabini cree que la gestión y coordinación de la pandemia “ha causado auténticas confusiones e ineficacias”, una situación que se ha visto agravada por la “hipertensión que domina nuestras instituciones públicas”. Muy a menudo –subraya– “se mezclan propuestas técnicas con propuestas partidistas creando auténticas disfunciones”.
Lo que tiene claro el sociólogo mallorquín es que “nuestras infraestructuras, equipamientos y servicios de la Sanidad Pública han resultado insuficientes. La población censada es de 1.210.750, y según el INE, la población balear crecerá ocho veces más que la media española en quince años. Lo mismo puede decirse de otros servicios públicos básicos como la educación. Tales déficits deben cubrirse desde una revisión en profundidad del vigente Régimen de Financiación Autonómica que perjudica gravemente a nuestra Comunidad”.
Tarabini alerta de que no se debe caer en el error de confiar en que con la distribución de la vacuna estará vencido el virus y podremos recuperar nuestra actividad turística: “La vacuna podrá reactivar el mercado, aunque con parámetros más exigentes. Son necesarios cambios en nuestros productos turísticos; zonas turísticas obsoletas, oferta complementaria (desde restauración comercio turístico pasando por actividades lúdicas, deportivas)…”.
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