El juicio por el ‘Caso Cursach’ ha finalizado de forma insólita después de 6 años de idas y venidas en los tribunales. Tras decretarse la absolución de Cursach, Sbert y casi todos los policías locales de Palma sentados en el banquillo, en su alegato final el fiscal anticorrupción Tomás Herranz acabó pidiendo perdón a los acusados por la “injusticia” vivida. Una declaración entre lágrimas que le valió el aplauso de acusados y abogados. “Un gran fracaso de la justicia”, dijo para definir la instrucción del caso.

La fiscalía pide ahora ampliar las investigaciones por coacciones y detención ilegal contra Manuel Penalva, Miguel Ángel Subirán y los inspectores del grupo de Blanqueo de la Policía Nacional que participaron en la instrucción.

El juez instructor Manuel Penalva y el fiscal anticorrupción Miguel Ángel Subirán dirigieron lo que en un principio parecía ser el mayor escándalo de corrupción destapado en Balears. Así ocurrió durante años junto a un grupo de agentes de Blanqueo de la Policía Nacional.

El caso ya llegó a juicio devaluado tras ser apartados Penalva y Subirán. La vista se inició eliminando todo aquello en lo que habían participado testigos -protegidos o no- a los que ahora se acusa de mentir y que tendrán que ir a juicio en otra causa. Como también lo harán juez y fiscal.

Los testigos, clave

El juicio ha finalizado antes de lo que preveía, en parte gracias a la declaración de los testigos, clave en todo el proceso. La mayoría se ha desdicho ante el Tribunal de lo declarado durante la instrucción o ha declarado no recordar nada. Muchos han asegurado que Subirán dirigió sus declaraciones contra los acusados.

Al empresario Tolo Cursach se le pedían al final de la instrucción 8,5 años de cárcel. El juicio ya se inició dando pistas: la petición del fiscal cayó a 1,5 años. Tras escuchar a 106 testigos llegó la cascada de retiradas de cargos: primero la fiscalía y a continuación las acusaciones particulares, una tras otra.