El precio de la vivienda, la saturación turística y las altas temperaturas empujan a los mallorquines a buscar una nueva vida en regiones como Asturias y Galicia. Una tendencia al alza que relatan en primera persona protagonistas de este éxodo de residentes.
“Si hace tres años me dicen que me querría ir de Mallorca te diría: ¡Estás loco de atar!”. Así lo confiesa una de las protagonistas de este reportaje, en el que Mallorca Global Mag ha puesto el foco en el discreto pero constante éxodo de mallorquines al noroeste peninsular. Una tendencia creciente entre los residentes que anhelan aquella “isla de la calma” loada por Santiago Rusiñol, y encuentran su nuevo paraíso en regiones como Asturias y Galicia.
Un cambio a mejor
“Vendí un piso de 50 metros cuadrados en La Soledad, un 4º sin ascensor en una finca antigua y con problemas a nivel vecinal. Con lo que saqué, me he comprado una casa de dos plantas en el campo, con jardín, sin vecinos y con vistas al río y a la montaña”, relata Narciso Marcos, mallorquín de 48 años, tras emprender una nueva vida en Mieres, Asturias, hace solamente dos meses. “Es un cambio de vida a mejor”, sentencia.
Narciso Marcos.
Las motivaciones para hacer las maletas que este diseñador gráfico palmesano relata van de lo personal a lo social. “Me considero un privilegiado, tenía mi piso y aun así, pensando en el futuro, creo que en Mallorca se pondrán las cosas muy duras. Cuando paseas por Palma y ves cómo se ha encarecido todo… Yo he crecido allí y antes era como esto, se podía vivir bien, pero ahora dudo que la situación mejore. La isla es muy turística, está masificada y no hay industria. Todo se encarecerá, será más precario, por lo que no me planteo volver”.
Y eso que tanto su familia como sus amigos le decían: “¡Pero cómo te vas a ir solo!”. “A mí no me preocupa estar solo, sino el trabajo y poder ganarme la vida. Esto es paradisíaco. Llevaba años sin ir a la playa, excepto en la pandemia, porque no había nadie. Y empiezo a conocer gente y a crear un nuevo círculo. A una edad, uno prefiere la tranquilidad”.
¡Otro mallorquín!
Este nuevo inicio de Narciso no ha estado exento de sorpresas. “Ya estando aquí, me han dicho: ¡Vaya por Dios, otro mallorquín que viene a Asturias!”, reconoce. “En casi todas las inmobiliarias con las que he tratado me comentan que en la última semana han enseñado una propiedad a un isleño”. Una tendencia que también constata la empresa de mudanzas que llevó sus pertenencias, Mudanzas Suñer.
José Luis Silvente, trabajador logístico de la empresa, resalta el aumento de traslados de Mallorca al norte de España. “El año pasado hicimos más viajes que en los tres años anteriores juntos. El 70% van a Asturias y a Cantabria, después viene Galicia”. Su compañía, una de las que mayor volumen de mudanzas gestiona en el archipiélago, también opera en otras zonas como Guadalajara o Extremadura, pero destaca: “Lo de la zona de Asturias es alucinante, es un cambio que nos ha llamado la atención”.
Envían en camiones de 45 metros y 180 metros cúbicos la ‘vida’ de residentes de Mallorca, pero “por cada cuatro que viajan a aquella zona, apenas llenamos uno de vuelta”. Sus clientes comparten una problemática común: el encarecimiento de la vivienda. “La mayoría dice que se va porque aquí el precio del alquiler se ha vuelto imposible, al igual que comprar una casa, y no hacen nada para arreglarlo”.
El norte huele a Es Trenc
Marta Piña recibe visitas de amigos y familiares en Galicia.
Marta Piña, otra mallorquina, se ha establecido en Galicia. Aunque cuando su marido propuso buscar una segunda residencia en el norte, su reacción fue: “¡Ni loca!”. Hoy, a sus 56 años, reconoce: “Nos hemos equivocado. Hemos vendido la isla. Los mallorquines no podemos vivir en nuestra tierra y hemos hecho un flaco favor a las nuevas generaciones”.
En su nueva etapa en Galicia ha encontrado “una Mallorca de hace 40 años. Aquí también hay playas maravillosas, hemos descubierto alguna que huele como Es Trenc cuando era pequeña. Me encanta la playa y hace una década que no puedo ir a las que me gustan”.
Pero lo que más le ha conquistado es el carácter de la gente del norte: “Es maravillosa y muy amable. Cuando preguntas cómo ir a un sitio, te acompañan. Vas a un bar y no te quieres ir, vuelves con patatas, cebollas, lechugas… Como en Mallorca antiguamente”.
Compraron una casa “muy grande” con terreno en Monterroso por 50.000 euros y un apartamento en la playa por 100.000. “De los 18 pisos de mi promoción, 5 los compramos mallorquines. Pero el precio está subiendo mucho, ahora los venden por 150.000”.
Incluso su hija, que al principio no entendía qué veían allí, ha cambiado de opinión. En inmobiliarias locales ya comentan que muchos mallorquines –y también extranjeros– están comprando propiedades. “Hay un mallorquín que ha comprado 31 viviendas”.
“¡Que no vengan!”
Algunas agencias inmobiliarias del norte muestran su preocupación: “¡Que no vengan! No queremos que esto se convierta en Mallorca. Sabemos que allí hace mucho calor, pero yo soy de Asturias y estoy asustada. Toda la vida he ido con mis hijos a una cala y el año pasado no pude ni bañarme”, afirma la gerente de una inmobiliaria asturiana, que prefiere mantenerse en el anonimato.
Por su parte, Elvira Fafián, responsable de Aldeas Abandonadas, inmobiliaria especializada en propiedades rurales, comenta: “Está llegando mucha gente de Mallorca: jóvenes, parejas, jubilados, familias con posición social alta. Buscan pequeñas aldeas o núcleos con varias edificaciones y tierra para proyectos turísticos”.
Según Fafián, “las casas pequeñas con edificación principal y pajar rondan los 65.000 euros. Las viviendas listas para entrar a vivir, entre 120.000 y 150.000. Pero hay que tenerlo claro: vivir en una zona rural puede ser difícil. Algunos que vinieron con la pandemia ahora están vendiendo”. Aun así, subraya que el perfil mallorquín suele ser más de establecerse que de comprar segunda residencia.
“Nos iba muy bien, pero…”
Marcos Fernández y Sergio Siverio.
También se sumaron al cambio Marcos Fernández (asturiano) y Sergio Siverio (tinerfeño), quienes tras 20 años en Mallorca se mudaron a Asturias. Eran copropietarios de negocios hosteleros en Palma y ahora regentan un centro deportivo en Tineo y una coctelería en Cangas del Narcea.
“La Palma que conocimos hace 20 años no es la misma. El nivel de vida en Balears te cansa, es inasumible para un salario medio. Aquí el sueldo es menor, pero el coste de vida es mucho más bajo. Hemos hecho más amigos en 3 años aquí que en 20 en Mallorca. Allí hay mucha gente de paso”.
En cuanto a vivienda, destacan: “Aquí puedes alquilar por 300 euros –en Mallorca serían 1.200– y comprar por 80.000-100.000 euros –allí 250.000-300.000–”. Concluyen: “Arrepentimiento cero. Me duele no echar de menos un sitio tan espectacular como Balears, al que dediqué 20 años”.
LOS NACIDOS EN MALLORCA TAMBIÉN SE VAN
Los datos del Ibestat sobre los movimientos migratorios entre comunidades autónomas apuntan a un éxodo creciente de isleños moviéndose a la cornisa cantábrica. Matias Reus Pons, doctor en Demografía y profesor del área de Geografía Humana de la UIB, explica que “empieza a notarse la tendencia al alza de mallorquines que se van fuera. Lo novedoso es que no solo afecta a quienes han venido de la península, que por lo general no tienen tanto apego al territorio, sino que se trata cada vez más de gente nacida en Mallorca, aunque en términos absolutos los datos aún son bajos”. Entre 2021 y 2023, según los datos publicados, los nacidos en Mallorca que han emigrado a Asturias se han incrementado un 82% y, a Galicia, un 24%. ¿Seguirá esta tendencia? “De momento es un fenómeno minoritario en términos absolutos”, matiza.
LA VIVIENDA SIGUE AL ALZA
Carlos Bardavío, socio de Real Estate en KPMG España, hace referencia al informe de la Caixa en el que “se pone de manifiesto que en las provincias donde la temperatura es inferior, se está produciendo un mayor incremento del precio del alquiler”. “El mercado inmobiliario es más dinámico de lo que parece”, describe. En el caso de las emigraciones de Mallorca al norte, Bardavío apunta a dos factores: “Uno es obvio, el alza de precios en estas provincias es bastante inferior al de Mallorca y hay mucha más oferta. El otro es el mercado de trabajo, ya que son provincias con un tejido empresarial y financiero nada desdeñable, con mayores oportunidades en sectores no turísticos como ingenierías”. La situación de la vivienda en Mallorca “no es muy alentadora ni se prevé solución a corto plazo. A bajada de tipos, subida de precios; esto es infalible. Si se desarrollan todos los proyectos que ha anunciado el Govern, ofreciendo nuevo suelo y nueva vivienda, a medio plazo podría haber un ajuste, porque para que los precios bajen, tiene que aumentar la oferta”. Y es que la demanda, asegura, sigue subiendo y la presión del comprador extranjero está tensionando aún más el mercado inmobiliario.
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