Ha tenido que llegar la COVID para que nos replanteemos en serio cómo queremos vivir nuestra vida. Desde luego, no como hasta el momento. En oposición a lo urgente y lo instantáneo, ahora reivindicamos la calma y la sencillez; la importancia de los pequeños placeres, del ritmo natural de las cosas. Una vida desacelerada, centrada en el presente y emancipada de la dictadura de las prisas. El fenómeno slow living ha impactado de lleno en nuestro núcleo duro para dinamitar el ritmo frenético al que estábamos acostumbrados. Mallorca Caprice te propone 10 claves para abrazar esta nueva filosofía.

Texto: Virginia Servera

«Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida»
Carl Honoré

1 El hogar, un refugio donde sentirse uno mismo

En medio de tanta incertidumbre, la adecuación del hogar a nuestras necesidades es imprescindible para generar una atmósfera de calma y tranquilidad. Los colores característicos mediterráneos como el blanco, beige, tierra y los azules y verdes en su tonalidad más suave; los materiales naturales y la vegetación aportan serenidad y frescura a los ambientes. Deshacerse de muebles que no utilizamos e integrar piezas artesanales contribuye asimismo a crear espacios armónicos que incitan a la conversación relajada y la reflexión.

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Foto: Talenti.

2 El gusto por alimentarse bien y de forma consciente

No solo una dieta saludable mejora nuestro bienestar. Para disfrutar de una experiencia satisfactoria y plena debemos tomar conciencia del acto propio de alimentarnos: los aromas, texturas, colores… Todo suma. También el ritmo al que lo hacemos. El slow food reivindica comer con atención, poniendo en valor la calidad de lo que ingerimos. La dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, carnes y pescados nos lo pone fácil, especialmente si optamos por alimentos ecológicos y el producto local y de temporada.

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Foto: Mercat de l’Olivar.

3 Viajar a un ritmo más humano

La agenda llena, también a la hora de viajar, pierde fuerza en favor de un concepto de turismo más natural, que huye de los horarios y las aglomeraciones. Observar el entorno, ser testigo de una hermosa puesta de sol o sencillamente degustar una comida tradicional son planes que ya priorizan los nuevos viajeros, con mayor interés y respeto por los paisajes vírgenes, los productos genuinos o las costumbres locales. En un mundo cada vez más global, algunos destinos como Mallorca brindan estos oasis de autenticidad.

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Foto: Jaume Capellà (AETIB).

4 Conectar con la comunidad potencia la autoestima

Valorar y fomentar las relaciones humanas es uno de los pilares de la filosofía del slow living, que aboga por la comunicación y la escucha. No hablamos de cumplir con los compromisos sociales, sino más bien de establecer lazos con la comunidad, propiciando momentos de encuentro y favoreciendo el cuidado de las personas. Algunas actividades como el voluntariado o el deporte en equipo nos ayudan a desarrollar el sentimiento de pertenencia a un grupo que, a su vez, tiene un impacto positivo en la autoestima.

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Foto: Save The Med.

5 Decir ‘basta’ al uso compulsivo de tecnología

Al 65% de los españoles le genera ansiedad tener poca batería en el móvil, lo que plantea de nuevo la cuestión de si la tecnología nos libera o esclaviza. Tecnología sí, por supuesto, pero siempre que contribuya a alcanzar una vida más completa. El reto actual es escapar de sus garras reeducándonos en nuestros hábitos, como quien decide sustituir su dieta por otra más saludable. La desconexión digital mejora la salud mental y la calidad del sueño y nos permite dedicar tiempo a cosas que nos reportan mayor satisfacción.

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Foto: Josh Power (Unsplash).

6 Equilibrio entre el deseo y el deber; un buen comienzo para el orden

Orden en la alimentación, en el descanso y en las emociones. También en el trabajo, en casa o en el coche. El orden, no solo de carácter estético, conduce al equilibrio y nos impulsa a descubrir nuestro propio ritmo, alejándonos del estrés. “Una cosa detrás de otra” es un mantra a aplicar en cualquier esfera de nuestra vida. Para ello, es fundamental una planificación que contemple nuestros intereses y hobbies y la posibilidad de decir ‘no’ a obligaciones prescindibles que nos someten a la tiranía del reloj.

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7 Respirar hondo, la forma más sencilla de estar

¿Cuántas veces te has descubierto realizando una tarea y con la cabeza en otra parte? Llegar a un estado de conciencia plena no es sencillo pero existen técnicas para focalizarnos en el aquí y ahora que mejoran la relación con nuestro cuerpo y nuestros pensamientos. El mindfulness, por ejemplo, nos invita a vivir el presente despiertos y con aceptación, mientras que el yoga y otras formas de meditación también relajan nuestro cuerpo y mente. Reserva un espacio para ti, respira hondo y experimenta cómo todo fluye a tu alrededor.

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Foto: Holi Yoga.

8 Quédate con lo necesario y auténtico

Identificar lo que verdaderamente nos hace felices nos empuja a consumir de una forma más responsable. El slow shopping propone una nueva forma de comprar, más pausada y estudiada, centrada en el origen del producto, su calidad e impacto en el medio. En este sentido, el consumo en comercios de proximidad contribuye a revitalizar el tejido económico de nuestro entorno, como también lo hacen las compras en los mercados tradicionales. Algunos de los más populares en Mallorca son los de Sineu, Santanyí o Santa Maria.

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Foto: Gary Butterfield (Unsplash).

9 Sincronía con la naturaleza

El ruido y el bullicio en el que vivimos inmersos a menudo nos aceleran el pulso y nos impiden apreciar los matices y majestuosidad de la naturaleza, que nos regala instantes de felicidad. Hacer un alto en el camino para disfrutar del silencio y nuestra respiración es el primer paso hacia una vida más sosegada y conectada con la naturaleza, clave para mantener un buen estado anímico. La icónica Serra de Tramuntana de Mallorca reúne las mejores condiciones para bajar el ritmo.

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Foto: Alejandro Sánchez.

10 Movilidad sostenible para vivir mejor

Suena el despertador 30 minutos antes de lo habitual. Te duchas, desayunas tranquilamente y te dispones a caminar. Cuando no, te subes a la bicicleta, al patín eléctrico o al bus de línea. 15 minutos después estás en tu trabajo. Las prisas y los atascos no han hecho mella en tu estado de ánimo y te sientes con la energía intacta para afrontar el día. ¿Suena bien, verdad? La realidad es que la movilidad sostenible, además de disminuir la contaminación, reduce el estrés y supone un ahorro económico.

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Foto: Mateu Bennàssar (AETIB).

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