Desde aproximadamente el día 10 de mayo, el turismo de borrachera se ha apoderado de la Playa de Palma. Así lo han denunciado Juan Miguel Ferrer y Pedro Marín, CEO y gerente de Palma Beach respectivamente, en el transcurso de un almuerzo informativo en el que también han hecho balance del arranque de la temporada turística 2022.
“Desde hace unos 35 días la Playa de Palma se ha convertido en lo que antes era por culta de la fiesta en la calle. Necesitamos apoyo de las autoridades porque ni los empresarios ni los vecinos lo podemos parar”, ha lamentado Ferrer.
Si bien ha reconocido que la Policía está haciendo un sobreesfuerzo, “la situación en la vía pública es ahora peor que en 2017, 2018 y 2019; y ya damos por perdida la temporada en cuanto al control del incivismo”, ha afirmado el CEO de Palma Beach.
Los representantes de Palma Beach, el sello de calidad de negocios de la Playa de Palma, han destacado que los meses de abril y mayo fueron extremadamente positivos, con una excelente ocupación y un tipo de visitante de mayor poder adquisitivo y dispuesto a disfrutar del destino y de su oferta gastronómica, sus atractivos naturales, la proximidad de Palma, etc.
Sin embargo, “a partir de 10 de mayo sufrimos la llegada de grandes grupos de turistas que sólo buscan emborracharse en la vía pública, en primera línea o incluso en la playa”, afirma Juan Miguel Ferrer.
“Estos turistas reservan con una semana o 10 días de antelación y suelen alojarse tres o cuatro noches de media”, lamenta Ferrer, quien denuncia que gastan alrededor de 30 o 40 euros al día, “generalmente en alcohol y latas de cerveza que consumen haciendo botellón en la calle”. “Llegan a los hoteles sobre las 10 horas y a las 14 ya no pueden ni caminar, están completamente ebrios e incluso sus compañeros les dejan solos, tirados en la acera”, explica Ferrer.
Dress code obligatorio
Para combatir esta lamentable realidad, once locales de restauración de primera línea de la Playa de Palma asociados a Palma Beach han decidido establecer un código de vestimenta para permitir el acceso a sus establecimientos. Desde Palma Beach recuerdan que ya lo había en los hoteles, pero no en la restauración.
“De día es un poco más laxo, pero de noche es absolutamente inflexible. No se permite estar sin camiseta, o con disfraces, o con camisetas de fútbol. Tampoco se tolera llevar productos adquiridos en la venta ambulante, como cadenas de bisutería o camisetas de otros negocios que promueven el turismo de borrachera. Todo esto por respeto a los demás clientes, los hemos prohibido”, afirma tajante Ferrer.
“El templo de la fiesta es la calle; horas de turistas siguen de fiesta a las cuatro de la madrugada, a veces con megáfonos que inexplicablemente se siguen vendiendo libremente”, denuncian desde Palma Beach.
Para corregir esta situación descontrolada, proponen que las denuncias que interpone la Policía a los turistas incívicos, se cobren al momento, como sucede en otros países.
Turismo de excesos
Desde Palma Beach denuncian que la normativa aprobada en 2020 “no está funcionando; se controlan los dispensadores de alcohol en los hoteles, pero el problema está en la vía pública”.
Ferrer y Marín lamentan que la tendencia detectada en abril y principio de mayo se haya perdido en favor del turismo de borrachera.
El gerente de Palma Beach, Pedro Marín, ha alertado de que las perspectivas de ocupación hotelera en Playa de Palma para julio y agosto ronda el 50 %. “Hemos acabado con ‘todo incluido’ en nuestros establecimientos asociados y con el overbooking, hemos invertido en calidad, pero la permisividad en la vía pública sobre todo con el consumo de alcohol, la venta ambulante y el menudeo, hacen que nuestros esfuerzos caigan en saco roto”, lamenta Marín.
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