En 1992, y sin ninguna experiencia previa, Agustín Martínez (1963) se subía por primera vez a un escenario y, de inmediato, sintió que “he venido al mundo para esto”. Nacía ‘El Casta’ y Agustín dejaba atrás una licenciatura en Historia y trece años como funcionario de Hacienda. Más de tres décadas después, este pionero del monólogo en España, con decenas de espectáculos de éxito y personajes ya emblemáticos como Lorenzo Llamas, Klaus Kartoffel, Don Diablo o el Cardenal de Lloseta, era reconocido en febrero con el prestigioso Premi Ramon Llull. Un reconocimiento que, como afirma, le dejó “como andando sobre las nubes, no me lo podía creer. Me siento orgulloso y agradecido porque además viene de tu gente, de tu tierra”, reconoce todavía emocionado.

Agustín el Casta

Agustín ‘El Casta’ posa junto a su retrato caracterizado como Miguel de Cervantes, en un guiño cómico a los clásicos. Fotos: Piter Castillo.

Su larga trayectoria convierte a Agustín en una voz más que autorizada para repasar la evolución del humor en las últimas décadas. “Lo que ha cambiado no es el humor, lo que ha cambiado es la gente”, sentencia. Hoy, “un humorista tiene que pensarse muy bien lo que va a decir porque te puedes meter en un lío y tener una campaña en contra. Es lo que yo llamo la nueva inquisición”, explica, en referencia a la presión de las redes sociales. “Antes el sentido del humor se entendía como tal. Ahora no puedes permitirte el lujo de hacer cosas que se hacían hace 20 o 30 años porque te pueden denunciar”. Como ejemplo, menciona indignado: “¡Se han exigido explicaciones a Martes y 13 por un gag de hace 30 años! Es tremendo”.

En su caso, la sensibilidad actual no le ha pasado factura. “Mi tipo de humor, el que he hecho siempre, no me ha dado disgustos”, afirma. La clave está en su estilo: “me gusta un humor más blanco, más llevadero, que le llegue a todo el mundo”. Se trata, dice, de un “humor de lo cotidiano, del día a día, porque no hay nada más sano que reírnos de nosotros mismos”. El humor político le “aburre solemnemente” y al que define como “más duro, de enfrentamiento, no le encuentro el sentido. Pero todo es respetable”.

Un boomer de corazón

Otra de las cosas que Agustín ‘El Casta’ no ha cambiado en sus 33 años de carrera es su proceso creativo, que sigue siendo “artesanal”. Todo empieza con “acumular ideas y apuntarlas, siempre a lápiz porque me gusta mucho el contacto directo con la letra y borrar… Soy muy boomer”, admite entre risas. Después, toca ordenarlas y estructurarlas. “Yo lo llamo mover tierra, como los mineros, para al final encontrar una pepita de oro, ese 15% que sirve de todo lo que has escrito”, asegura. Cuando el material está pulido, lo pasa a bolígrafo y, cuando está perfecto, al ordenador.

Hoy, un cómico tiene que pensarse muy bien lo que va a decir porque se puede meter en un lío con la nueva inquisición de las redes sociales

Y no es que tenga aversión a la tecnología, sencillamente “es que somos ya un poco clasicones. Cuando yo estudiaba no teníamos nada tecnológico”, rememora el cómico. De hecho, agradece la ayuda que le presta el móvil para anotar ideas que surgen en cualquier momento o escenas que observa por la calle, su gran inspiración. Antes, confiesa, solía olvidar cosas y le daba “muchísima rabia”. Ahora, incluso si le viene una idea en plena noche, medio dormido, “cojo el móvil, me voy a Notas y lo apunto para que no se me escape”. De hecho, en breve tiene previsto aumentar su presencia en redes sociales, dejando a un lado su consigna habitual de que “si quieren verme, que vengan al show”. “Hay que adaptarse un poco a los tiempos, aunque me da un poco de pereza”, reconoce con una sonrisa.

El respaldo de Chufo Lloréns

Agustín El Casta

Agustín ‘El Casta’, durante la entrevista.

No mucha gente sabe que Chufo Lloréns desempeñó un papel crucial en la carrera de Agustín ‘El Casta’. Fue Lloréns quien, tras conocer su trabajo en el Café Cala Gamba a través de su hija, vio su enorme potencial. El escritor, con una vasta experiencia en el mundo artístico dirigiendo las carreras de figuras como Pedro Ruiz, Moncho Borrajo y Ángel Garó, no dudó en compararlo con “los mejores humoristas de habla hispana”. Sin embargo, a pesar del apoyo y enseñanzas de Chufo, y las tentadoras oportunidades —como su intervención en Crónicas Marcianas—, Agustín decidió quedarse en Mallorca, rechazando dar el salto a la Península. “Hacer carrera nacional suponía un sacrificio que no estaba dispuesto a asumir. Te despiertas en un sitio y no sabes dónde estás porque has llegado por la noche. A mí me ha bastado con el público balear, que nunca me ha fallado”, explica.

Es en la calle, además de en sus espectáculos, donde Agustín ‘El Casta’ recibe el calor de ese público fiel que le adora. A diferencia de otros rostros conocidos, siempre se muestra dispuesto a regalar un saludo, una sonrisa o una foto. “Creo que debo estar en todos los móviles de Mallorca”, bromea. La razón es muy sencilla: “Vivimos de ellos y les tengo muchísimo respeto”, asegura el cómico mallorquín. Por eso, “si un día estás de mal humor o te duele algo, pues quédate en casa. No le pongas a nadie una mala cara, no lo merecen”.

Con Gastronomía noche y día aún en cartel, Agustín ‘El Casta’ ya piensa en su próximo proyecto: “Este año me gustaría hacer un espectáculo sobre animales porque creo que tiene una gran cantidad de aristas”. Aunque avisa, entre risas: “a lo mejor en un mes he cambiado completamente de idea”. Lo que sí tiene claro es que seguirá en activo mientras el cuerpo aguante. “Siempre que haya una posibilidad de subirme a un escenario y yo me vea con fuerzas, allí estaré”.

PALABRA DE ‘EL CASTA’

Agustín El Casta

– ¿Quién tiene más culpa de la masificación turística en Mallorca, los Lorenzo Llamas o los Klaus Kartofells?
– Uy, nos metemos en un lío, ¿eh? Siempre he dicho que los alemanes no habrían comprado si los mallorquines no hubiéramos vendido… y creo que nos hemos pasado. Ahora no sabemos dónde meternos.

– ¿Qué opina de la crispación política?
– Me cansa mucho. No hay por qué hacer trincheras, ni levantar muros. No sé a quién le interesa o mueve los hilos de este permanente enfrentamiento. Los políticos deberían tomar ejemplo de la transición, una época de optimismo y diversión.

– ¿La sociedad está muy polarizada?
– Lo que me da rabia es que, a día de hoy, te coloquen automáticamente en un bando. A mí que no me pongan en ninguno porque igual estoy cerca de ti por una cosa o por otra. Yo estoy en mi sitio, no pertenezco a nadie.

– ¿Trump tiene alma de cómico?
– No es que tenga alma de cómico, es que es una bendición, es gasolina para los cómicos por la cantidad de registros que tiene el personaje. Luego para el mundo…

– ¿A qué tres cómicos invitaría a cenar?
– Peter Sellers, que era capaz de ser y poner la voz de cualquiera; Lina Morgan, una diosa del humor con quien me hubiese encantado trabajar, y Chiquito de la Calzada, que se inventó un idioma y todo un universo a su alrededor. Gila no, porque aunque era un grande, creo que era un triste y nos hubiese amargado la cena (risas).

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