tráfico via de cintura

Tráfico en la Vía de Cintura de Palma, la más transitada de Balears. Foto: Pep Caparrós.

Asuntos del día a día como el tráfico y la presión humana se suman a las amenazas globales del cambio climático y el riesgo de desabastecimiento.

Texto: Raúl Beltrán. Palma

2021 ha supuesto el pistoletazo de salida para una recuperación que deberá salvar infinidad de obstáculos en su andadura.  Desde los más cotidianos, como los recurrentes atascos de camino al trabajo o al colegio, los vertidos de aguas sucias en algunas playas o las odiseas para acceder a las calas más publicitadas, hasta los más estructurales, como la cada vez mayor incapacidad de autoabastecimiento o los muy preocupantes efectos del cambio climático, que colocan a las islas del Mediterráneo en el centro de la diana.

Un panorama ante el cual Balears parte con una clara desventaja, la misma que deberá aprovechar como ventaja: su insularidad. Si en el anterior número de esta revista Mallorca pedía paso en la carrera de la recuperación económica y de su liderazgo turístico internacional, cara a 2022 y 2023 una Mallorca más verde y sostenible se alza como reto inexorable. El  número de habitantes, vehículos, empresas y trabajadores crece, como se percibe en el gráfico de la página 19. La población de Balears casi se ha duplicado desde 1980, pasando de 654.000 a los 1.219.423 habitantes en 2021, año en el que la comunidad  experimentó el mayor crecimiento a nivel estatal (+0,72%). Retenciones y atascos en la Vía de Cintura, la MA-19 (Palma-Llucmajor), MA-13 (Palma-Alcúdia) y MA-1 (Palma-Andratx), las cuatro arterias más transitadas según datos del Consell, dan fe de algunos de los desafíos no resueltos del aumento de población. La limitación a 66 despegues o aterrizajes por hora  impuesto por el Ministerio de Transición Energética sobre el aeropuerto de Palma indica que, al menos en cuanto a la llegada de pasajeros, sí se ha tocado techo.

“La previsión de crecimiento de la economía balear va como un tiro: para 2021 se sitúa entre 7,5 y 11,6 puntos”

En 2019, llegaron a los aeropuertos de Balears 16,5 millones de personas. Un indicador incontestable de presión demográfica es el de la basura que se genera. Desde la empresa insular de gestión de residuos, Tirme, el responsable de comunicación, Joan  Mateu Barceló, da fe de la continua expansión en un territorio limitado: “Se está culminando la fase 3 de ampliación, que operaría en 2023, debido al incremento de residuos en los últimos años”. Solo en 2019, Tirme registró la entrada de 570.264 toneladas de residuos y en 2021 se contabilizan 476.317 hasta octubre, lo que refleja una situación muy similar en plena pospandemia. Esta situación aboca a la isla a “un panorama de cambio de un modelo de recogida selectiva voluntario a  uno obligatorio”.

Informes como “El futur que volem”, del Fòrum de la Societat Civil, o los “Quaderns Gadeso”, entre otros, alertan de “la presión  humana creciente”, la “saturación turística” y el territorio “al límite de su capacidad”. La sensibilidad insular hacia la sostenibilidad es día a día más manifiesta. La masificación de autopistas, carreteras, caminos y calles, el derroche de agua o  el deterioro de las playas y las zonas verdes son algunos de los que más preocupan a la ciudadanía. Debido a ello, el director del  Ibestat, Llorenç Pou, se propone que al final del 2023 se disponga de “un arsenal de estadísticas que no solo sean de crecimiento económico sino también de uso medioambiental”.

Mercado del Olivar

Mercat de l’Olivar. Foto: R. B.

“La sensibilidad insular hacia la sostenibilidad es día a día más manifiesta”

Hacia un cambio de paradigma sostenible

Joana Maria Segui Pons

Joana Maria Seguí Pons.

“La presión sobre la isla es una realidad. Hay tramos en la Vía de Cintura que registran casi 200.000 vehículos por día, más del  50% que hace una década”, explica Joana Maria Seguí Pons, catedrática de Geografía Humana de la UIB. “La pandemia ha  supuesto un parón, pero cuando se reemprende la actividad aparece como algo de lo cual no hemos aprendido”.

“Se piensa que el crecimiento de personas que nos visitan es positivo, pero esto no es así. Los economistas y los expertos que  descuartizan datos como el PIB o la renta familiar disponible demuestran que no es sostenible y además tiene un gran impacto sobre el cambio climático”. Seguí Pons lamenta que “el paso hacia un cambio de paradigma sostenible no se ha hecho” y pone ejemplos como Ámsterdam o Vitoria. “El 30% de las emisiones vienen del transporte y Europa advierte de que debe  suceder un trasvase modal: menos coches y más modos activos -a pie o en bici- y transporte público. Debemos concienciarnos y cambiar de actitud, pero ese cambio voluntario debe de acompañarse de cambios a nivel político”, explica. La catedrática pone sobre la mesa las virtudes del modelo de “ciudad de los 15 minutos” y de los ejes cívicos, “que deberían llegar también a la periferia. Está demostrado que son muy bien aceptados, la gente puede pasear, relajarse; hay mezcla de usos”, una de las claves para crear un urbanismo más sostenible. “La sensación de agobio creo que la tenemos todos y la solución es muy complicada,  no hay varita mágica”.

Futuro desafiante

A pesar de los desafíos para los próximos años, la previsión de crecimiento de la economía balear va como un tiro: para 2021 se sitúa entre 7,5 y 11,6 puntos y en 2022 entre 8,4 y 12,1 -según los datos de noviembre del BBVA y del Govern, respectivamente-, muy por encima de la media nacional. Con la sombra del desabastecimiento global sobre la mesa, el presidente de la Asociación de Empresas de Distribución de Alimentos, Bebidas y Limpieza, Bartomeu Servera, explica que “los mercados están  descontrolados. A esto se añade la problemática de la falta de conductores y del precio de combustibles, energía y  contenedores. Eso sí, no va a haber un problema de desabastecimiento en alimentación y bebidas, aunque puede faltar algún producto puntual”. Para Servera la incógnita es saber cuánto durará esta situación: “No tenemos certeza de que vaya a remitir, pero no hay que crear alarma. El problema vendrá cuando empiece la temporada, ya que podría haber serios problemas con determinados productos y altas subidas de precios”.

Teniendo en cuenta que la capacidad de autoabastecimiento agroalimentario en Mallorca es tan solo del 15% -solo se logra la autosuficiencia en frutos secos y patatas- al tiempo que el consumo y el uso de recursos aumenta, el futuro es más que  desafiante.

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