Una mezcla de emoción, alegría y cansancio manifestaron los 73 ucranianos que llegaron al Puerto de Palma en la mañana junto al grupo de voluntarios mallorquines que viajaron hasta allí la semana pasada para rescatarlos de la invasión rusa. Apenas desembarcaron, hubo un acto de recibida y después se unieron con sus familias de acogida.

La ayuda humanitaria, con el apoyo de la empresa de autocares Transunion, partió desde Alcudia el viernes pasado. La asociación “Per Ells”, ubicada en Sa Pobla, desde 2005 recibe en verano y en las fiestas de Navidad a niños huérfanos o de familias humildes de Bielorrusia y Ucrania, cerca de la zona afectada por el accidente nuclear de Chernobyl en 1986. Es una de las organizaciones que desde el primer día del conflicto ofrece ayuda humanitaria en Mallorca, como otras asociaciones.

Cooperantes mallorquines llevan ayuda humanitaria a los refugiados ucranianos.

“Per Ells” se puso al frente de la situación y comenzó a contactar a las familias que habitualmente pasan una estancia breve en Mallorca para ayudarlas a que salieran de la zona de conflicto. El conocimiento del terreno y los contactos de la asociación fueron fundamentales para agilizar la logística de la expedición, que consiguió un autocar con dos choferes, cuatro furgonetas, personal sanitario y de seguridad.

“La delegada Aina Calvo nos asesora a nivel legal. Como todas estas personas que traemos tiene un vínculo con Mallorca, principalmente tienen un lugar donde quedarse. Ella nos ayuda a gestionar todo el tema de los papeles y las garantías para que esté todo en regla”, dice Manuel Calvo uno de los cooperantes.

Un viaje de la tristeza a la esperanza

Los cooperantes atravesaron Francia y Alemania. Después un grupo se dirigió a la frontera de Ucrania con Hungría y la otra a la frontera con Polonia. La desesperación produjo que los ucranianos se escaparan del país a pie y por donde podían, por eso hallarlos y acogerlos demandó contactos con la Cruz Roja y otras instituciones.

“Además de mujeres y niños, en el grupo teníamos perros y gatos. Sabemos lo importante que son las mascotas para hacer más llevadero este duro trámite de salir de tu casa con lo puesto. Desde el lunes pasado nos reagrupamos todos en Nuremberg. Gracias a un contacto de la Cruz Roja nos cedieron un polideportivo increíble con todo lo necesario para dormir, comida, toallas, ropa para bebes, artículos de higiene personal. Hemos viajado mucho. No podíamos hacer el viaje de un tirón porque había muchos niños pequeños. El bus era cómodo pero las furgonetas necesitaban parar. Los niños tienen necesidades constantes. 10 horas de trayecto se convertián en 14”, señala otro cooperante.

Parte del equipo de cooperantes posa frente al bus de Transunion.

Amador Barceló es otro de los cooperantes que ha viajado desde Mallorca a Ucrania. Describe el día a día de la expedición y el vínculo que ha nacido tras varios días de convivencia. “La gente es muy agradecida. Los niños vienen y ahora nos dan abrazos, eso me emociona mucho”, dice Amador.  “En general son personas de carácter frío y es normal que sean desconfiados porque tienen miedo. Poco a poco se han abierto con nosotros y nos cuentan sus historias. La sensación que tengo es como si un vecino, puede ser un menorquín o un ibicenco, nos tire bombas de la noche a la mañana. Ayer quisimos hacer un pequeño regalo. Les entregamos una flor a cada mujer. En ese detalle tan simple ves como les brillan los ojos», añade.

“Llegando al fin del trayecto los ucranianos se empezaron a sentir animados de llegar a su nuevo hogar. Cogieron confianza, nos cantaron antiguas canciones ucranianas que llaman a la libertad”, finaliza Calvo.

Una voluntaria entrega flores a las refugiadas ucranianas.