Es la palabra del año, el concepto de la década, y puede que también sea el fracaso del siglo. El metaverso ha empezado a caminar entre nosotros, pero es algo que viene de lejos. 

Texto: David Arráez.

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Parcelas virtuales vendidas en Palma a través del marketplace OVR. Fotos: OVR.

Mucho ha llovido desde que, en 1992, Neal Stephenson recreara en su novela Snow Crash un mundo virtual de ficción basado en el mundo real. Fue el nacimiento del concepto del metaverso.

Poco después, en 2003, un mundo de realidad virtual en el que nos podíamos mover con cierta libertad e interactuar con espacios, personas y objetos, se abría ante nosotros con un nombre muy descriptivo: Second Life (Segunda Vida). Esta ‘segunda vida’ nos introducía en un sistema digital en el que “vivíamos” a través de un avatar, también digital.

Pero el metaverso, o mejor dicho, los metaversos, son muy diferentes en 2022. Y mucho más cercanos. Tan cercanos como que, ahora mismo, mientras lees estas líneas, hay personas comprando parcelas virtuales de lugares de Palma como la Catedral, el palacio de La Almudaina o el Parc de la Mar.

El castillo de Bellver ya está vendido al completo –virtualmente hablando–, igual que gran parte de Puerto Portals, zonas de Punta Ballena o de la playa de Magaluf. Y todo gracias a un modelo de negocio tan impredecible como rentable para sus creadores.

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Por unos pocos euros, cualquiera puede ser propietario de una parcela virtual en alguno de las docenas de metaversos que hay en internet.

Metaversos como el de Over, uno de los más grandes a nivel mundial, permiten adquirir esos terrenos virtuales por módicos precios. Según la propia compañía, actualmente hay más de 28.000 inversores en su metaverso, que han gastado más de siete millones de dólares en más de 830.000 parcelas virtuales.

¿Y dónde está el negocio? Donde siempre: intentar que la parcela que has comprado se revalorice y se venda en el futuro por un precio mayor. Pero hay más.

El metaverso, en el que todos vamos a terminar metidos, es un negocio milmillonario. Veremos miles de tiendas virtuales vendiendo productos virtuales; marcas poniendo anuncios virtuales en medios de comunicación virtuales y especulación urbanística virtual llevada a cabo con parcelas y edificios virtuales.

Todo va a ser virtual…

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