La copropiedad en Mallorca es una tendencia al alza. Ofrece disfrutar de un apartamento o una villa en primera línea de mar sin tener que preocuparse de si la piscina funciona bien o si se ha pagado el IBI de la vivienda. Y todo ello sin haber invertido una gran suma de dinero. La copropiedad es una nueva forma de poseer una vivienda… compartida. Una práctica que pisa fuerte en Estados Unidos y que recientemente ha llegado a Mallorca, respondiendo a la problemática actual de falta de solares y del encarecimiento de los precios de la vivienda y de las hipotecas.
La popularidad de esta tendencia, unido a la inauguración de la ruta aérea directa Nueva York-Palma de United Airlines este verano, ha traído a Mallorca un nuevo perfil de visitante. Además de su alto poder adquisitivo, el estadounidense está acostumbrado a este modelo que permite poseer vivienda tanto en pueblos como en ciudades, en casas que varían su estructura, presupuestos y tamaños. Y es que el número de casas compradas por personas con apellidos diferentes aumentaron en casi un 772% desde 2010 hasta julio de 2021 en Estados Unidos, según la firma Attom Data Solutions.
“Accionista” de tu propia casa
“La copropiedad permite que los individuos se conviertan en accionistas de la casa de sus sueños y acceder a propiedades lujosas que están de dos a ocho veces por encima de su presupuesto”, explica Gloria Rodríguez, cofundadora y Directora de Mallorca Site. Su empresa ya ha comenzado a ofrecer el servicio de gestión de propiedad o copropiedad en Mallorca.
Olvidarse del aspecto administrativo y del mantenimiento del inmueble es una de las ventajas de este modelo. Cada propietario hace uso de la vivienda en exclusiva seleccionando los días que más le interesan. Para ello se sirve de avances tecnológicos. Las semanas de uso se reservan gracias a una aplicación que se personaliza para cada inmueble y la llave de la puerta de entrada solo puede abrirse cuando el accionista tiene la casa reservada. Otra de las grandes ventajas es que no es tan impersonal como otras opciones tipo Airbnb. Los dueños tienen su propio almacenamiento para pertenencias personales. Bajo presupuesto, pueden tener su vajilla en la cocina y su ropa colgada del armario al llegar a su casa de vacaciones.
Cuatro copropietarios
Según la cantidad de acciones que posee cada accionista, puede usar la casa más o menos semanas al año. Como indica Rodríguez, “la idea es compartir la vivienda entre dos propietarios como mínimo y máximo ocho. Lo ideal son cuatro”. Los gastos de funcionamiento se comparten entre todos, permitiéndoles disfrutar de un hogar totalmente gestionado y así poder vender la parte correspondiente cuando llegue el momento.
Rodríguez explica que la ventaja que presenta la isla es que recibe gente de todos los lugares del mundo. Las vacaciones de los ingleses, los daneses o los suecos no son las mismas, ni estos clientes buscan lo mismo. “Mientras que los suecos disfrutan de la isla en invierno, los alemanes prefieren el verano, con lo que el modelo funciona compartiendo vivienda con otras nacionalidades que se animen a apostar por ello”, apostilla. En el caso de los estadounidenses, este modelo funciona especialmente bien ya que dispone de pocas vacaciones al año y además no siempre puede viajar a Mallorca por ser un vuelo de más larga distancia.
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