En busca de ocio, buen clima y tranquilidad, cada vez más extranjeros adinerados eligen Mallorca como primera residencia y para teletrabajar
¿Has soñado que despiertas y aprietas un mando mientras un capuchino espumoso te espera en la cocina apenas bajas la escalera? ¿Acaso no te gustaría mirar en una pantalla de 200 pulgadas en la terraza de tu casa frente al mar un filme de tu director favorito?
En Mallorca es habitual experimentar estas sensaciones en el sector pudiente del mercado inmobiliario, que construye casas con valores que oscilan entre los 4 y 10 millones de euros en Bendinat, Port d’Andratx y Santa Ponça, entre otros destinos. Alrededor de 350 m2 y 1000 m2 miden estas viviendas, que en general son adquiridas por suecos, alemanes e ingleses.
“Los clientes saben que con la pandemia pueden trabajar fuera de sus países. Lo que antes era la segunda residencia se convirtió en la primera con una fuerte inversión en ocio”, dice Alberto Torrens, director de Espacio Scena, una empresa de domótica e interiorismo tecnológico que instala salas de cines en grandes viviendas”.
“Comprar una casa, demolerla y hacer una nueva es normal. El cliente está en los detalles. Con 70.000 euros puedes demoler una casa”, agrega Jaime Salvá, director del despacho Jaime Salvá Arquitectura & Interiorismo.
Espacios valorizados y nuevos ‘caprichos’
En las nuevas viviendas la cocina toma protagonismo. Es un espacio que se integró al salón. El gusto por los gimnasios sigue en pie. También por las piscinas inteligentes, que regulan la temperatura del agua y la iluminación. Los pedidos más novedosos van desde minigolf en terrazas particulares hasta pistas de básquet.
“Una vez un cliente deseaba despertarse todas las mañanas y tener su café listo. La tecnología precisaba una cafetera especial. Fue difícil conseguirla”, recuerda Torrens.
Texto: Juan Ignacio Orúe. Palma
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