A las madres que se han convertido en madres durante el confinamiento.
A las madres que han cuidado de sus madres para que no les faltara de nada.
A las madres que han salido a la calle para cubrir las necesidades de todos.
A las madres que han cuidado de todos con el mismo mimo con el que cuidan de sus hijos.
A las madres que han hecho posible la convivencia familiar.
A las madres que han abrazado las nuevas tecnologías para no perder el contacto con los suyos.
A las madres que seguían trabajando mientras daban de comer a los más pequeños.
A las madres que han llorado en silencio cuando se apagaban todas las luces de casa.
A las madres que se han reencontrado con sus hijos.
A las madres que han descubierto otras formas de ser madres.
A las madres que se han puesto a cantar y bailar para alegrar las agujas del reloj.
A las madres que han sacrificado horas de sueño para llegar a todo.
A las madres de carne y hueso.
A las madres que ya no están.
A todas ellas, GRACIAS.
La vida sin vosotras no sería lo mismo.
Autora: Virginia Servera
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