Texto: Antoni Munar.
Predecir cuál será el escenario turístico del año 2021 es un ejercicio que se enmarca de lleno en el terreno de la especulación dada la incertidumbre y falta de confianza existente en la demanda de viajes y servicios propios del sector. La pandemia nubla casi por completo cuándo y cómo será la recuperación de la actividad turística a los niveles conocidos antes de la aparición del fatídico virus.
Con todo, no es aventurado afirmar que, a pesar de las circunstancias que estamos atravesando, en la práctica totalidad de los mercados siguen vigentes las ganas de viajar y disfrutar de unas merecidas vacaciones; lo impiden, en gran medida, las restricciones sanitarias impuestas por las autoridades oficiales de cada país con el agravante de no existir una armonización entre las mismas. Si no hubiese tales restricciones, una buena parte de la población seguiría viajando aún, a pesar de los continuos bombardeos mediáticos sobre la evolución y malignidad del virus.
Se respira un cierto cansancio en la aceptación popular de las limitaciones a la movilidad, por consiguiente, las decisiones políticas serán cada vez más laxas, sobre todo si la puesta en práctica de vacunas y fármacos resulta convincente. Aún en el caso de que se vaya atrasando la solución farmacéutica, será difícil mantener a la ciudadanía maniatada durante tanto tiempo, por lo que es previsible que se alcance una situación de convivencia con la enfermedad.
Si persiste el cercenamiento a la movilidad, los problemas económicos y sociales derivados de esta pandemia resultarán tan nocivos como los de la enfermedad misma, lo cual acrecentará la opinión de que la convivencia es casi obligada. En este sentido, cabe esperar que los diferentes gobiernos afronten el reto de activar y armonizar sus decisiones a nivel internacional para que la conectividad entre los países vuelva a ser una realidad. Es cierto que habrá reticencias en sectores de la población a la hora de efectuar viajes, pero éstas irán desapareciendo a medida que la costumbre se imponga de nuevo.
Si persiste el cercenamiento a la movilidad, los problemas económicos y sociales derivados de esta pandemia resultarán tan nocivos como los de la enfermedad misma
Tampoco se oculta la realidad de que muchas economías domésticas verán limitadas sus posibilidades de desplazamiento dado el recorte económico que habrán sufrido, pero a buen seguro que las empresas oferentes de servicios turísticos, en su afán por reactivar el negocio, idearán soluciones para todos los bolsillos. En síntesis, antes que persistir en la zozobra que nos está consumiendo es mejor apostar por el optimismo.
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