La doctora Pepa Manzano Villalba, ginecóloga adjunta en la Clínica Juaneda, desmonta en esta entrevista los tópicos que todavía rodean a la menopausia. Con un discurso claro y didáctico, explica por qué la última menstruación es solo el punto de partida de un cambio hormonal  que puede gestionarse con información rigurosa, autocuidado y tratamientos personalizados.

¿Qué es la menopausia?

Para sentar las bases, ¿podría explicar brevemente qué es la menopausia?
-Médicamente, la menopausia se define como la última menstruación. El ovario agota su reserva de folículos. Al cesar la ovulación, cae la producción de estrógenos, gestágenos y también testosterona. Este desequilibrio hormonal, más que la infertilidad en sí es responsable de la mayoría de síntomas sistémicos. Es lo que llamamos climaterio, que es el conjunto de síntomas derivados del cambio hormonal, tanto antes como durante de la menopausia.

 ¿Cuáles son los síntomas más frecuentes que observa en la consulta?

El síntoma más reconocible es el sofoco. Suele iniciarse con una sensación de calor intenso y a veces se acompaña de una sudoración fría posterior. Se manifiesta con frecuencia de noche, haciendo que la mujer se despierte con calor, nerviosismo y, posteriormente, frío, por el sudor que se seca. Este problema altera el descanso nocturno y produce cansancio, irritabilidad y desasosiego.

Además, hay otros síntomas asociados a la bajada de hormonas. Sequedad vaginal, en la piel, ojos y boca. Cambios corporales con tendencia a acumular más grasa en la parte abdominal, provocando pérdida de la cintura. Muchas mujeres también cuentan dificultades para conciliar el sueño, cambios en su estado anímico, ansiedad y variaciones en la memoria.

¿Qué es la menopausia?

La doctora Pepa Manzano explica a Mallorca Global Mag las terapias hormonales sustitutivas. Foto: Piter Castillo

 

-¿Qué otros cambios corporales destacan y cómo pueden influir en la salud global de la mujer?

-Cuando se producen estos cambios hormonales tan profundos, a menudo otras glándulas también pueden verse afectadas. La tiroides puede desajustarse y dar lugar a hipo o hipertiroidismo, o agravar una tendencia previa. El riesgo de diabetes tipo 2 aumenta en parte por los cambios en la distribución de la grasa y la aparición de sobrepeso, sumado a cambios metabólicos. Asimismo, tras la menopausia hay una mayor pérdida de masa ósea, lo que eleva el riesgo de osteoporosis y fracturas.

-Y algo muy importante y que la gente desconoce, la menopausia puede aumentar el riesgo en enfermedades cardiovascular. Antes de la menopausia hay 5 infartos en hombres por cada uno en mujeres; tras la menopausia, se iguala. La enfermedad cardiovascular es hoy la principal causa de muerte en mujeres posmenopáusicas, más que el cáncer.

– ¿Qué papel juega la actitud de la mujer y el autocuidado en este proceso?

-Es importante normalizar que se trata de un cambio tan natural como lo fue en su día el paso de la niñez a la adolescencia. Aceptar que el cuerpo cambia y adoptar un estilo de vida saludable es esencial: alimentación equilibrada, ejercicio físico frecuente (sobre todo de fuerza para mantener huesos y músculos), y control médico regular. Todo esto ayuda a llevar mejor los síntomas y disminuye el riesgo de complicaciones asociadas, desde la enfermedad cardiovascular hasta la osteoporosis.

Es importante normalizar que se trata de un cambio tan natural como lo fue en su día el paso de la niñez a la adolescencia

– Además de los cambios de estilo de vida, ¿existen tratamientos específicos para los sofocos y otros síntomas?

-Sí. Para los sofocos se han utilizado compuestos de fitoterapia (por ejemplo, la cimicifuga) que pueden ayudar en algunos casos. También se han desarrollado fármacos de acción central, como el fezolinetant, que bloquean las neuronas que desencadenan los sofocos. Sin embargo, todos los tratamientos tienen potenciales efectos secundarios y hay que valorarlos con la paciente, explicando pros y contras. Además, métodos como la meditación o el mindfulness pueden ayudar, especialmente en mujeres que se comprometen a practicarlos con constancia.

– ¿Qué puede contarnos acerca de la terapia hormonal sustitutiva?

-La terapia hormonal sustitutiva (THS) consiste en administrar estrógenos, y, si la paciente conserva el útero, también gestágenos, para compensar la caída hormonal. Antiguamente, se recetaba casi de forma generalizada para evitar infartos y otros riesgos; pero en 2002 surgieron estudios muy sólidos que mostraron que no disminuía los infartos por completo y, además, se asociaba a un ligero aumento del riesgo de cáncer de mama a largo plazo. Esto llevó a un efecto péndulo: se pasó de darla a casi todas las mujeres a demonizarla y no darla a ninguna. Hoy en día, somos más cautos: se indica si los síntomas son muy severos o hay beneficios claros. Siempre hay que valorar el perfil de cada paciente y explicarle de forma transparente los riesgos y ventajas para que sea ella quien decida. 

¿Qué es la menopausia?

Ilustración: @pikisuperstar

-¿De qué manera afecta la menopausia a la sexualidad y qué papel considera usted que juega la comunicación de pareja?

-Con la disminución de estrógenos puede haber sequedad vaginal o molestias en las relaciones sexuales, y muchas mujeres sienten que su deseo sexual cambia. Sin embargo, el deseo femenino es muy complejo y no depende solo de las hormonas. A veces basta con una buena comunicación, explorar otras formas de intimidad y, si hay dolor, buscar soluciones específicas (lubricantes, tratamiento local, terapia de pareja, etc.). También el propio envejecimiento de la pareja influye, así que la clave es la comunicación abierta para que no se produzca un distanciamiento que empeore la situación.

Entrar en la etapa menopáusica choca con la imagen de juventud perpetua que promueven los medios.

¿Cómo influye la presión social y el modelo de ‘cuerpo ideal’ en la autoestima de la mujer que atraviesa la menopausia?

-Las mujeres de la generación baby boom que hoy están en menopausia han tenido mayor acceso a la información y, a la vez, se les exige mucho a nivel social, laboral y familiar. Entrar en la etapa menopáusica choca con la imagen de juventud perpetua que promueven los medios. Es fácil caer en la frustración y en el miedo a envejecer.

-Por otro lado, muchas se sobrecargan de responsabilidades (cuidado de mayores, trabajo, familia) y les cuesta compartir sus incomodidades. La comunicación con la pareja, la familia e incluso con amistades o con profesionales es fundamental para no vivirlo como un fracaso. Debemos normalizar y aceptar que es una etapa de la vida que, con la información y los cuidados adecuados, se lleva con mucha calidad de vida.

Pepa Manzano, ginecóloga en Juaneda, habla sin tapujos de la menopausia

Pepa Manzano, ginecóloga en Juaneda, habla sin tapujos de la menopausia. Foto: Piter Castillo

-¿Qué miedos detecta en sus pacientes y cómo les ayuda a afrontarlos?

-Lo primero que observo es un temor difuso al envejecimiento: muchas mujeres asocian la menopausia con la pérdida de atractivo o con el fin de su vida sexual, pero no saben concretar qué les asusta. Las invito a reconocer la realidad biológica, los años pasan para todos, también para sus parejas, y a centrarse en lo que sí pueden controlar: alimentación, ejercicio, descanso y una sexualidad redefinida, no necesariamente basada en la penetración. Para empoderarlas, recomiendo lecturas como Tu sexo es tuyo o Deseo, de Silvia de Béjar, y, sobre todo, personalizo el abordaje, porque cada mujer vive la transición de forma distinta y merece un plan adaptado a sus necesidades reales, no a los estereotipos.

– Por último, ¿cómo valora usted la información que circula hoy sobre la menopausia? 

-Mi impresión es que se habla muchísimo del tema, pero se profundiza muy poco. En redes sociales circula mucha información, a menudo contradictoria. Existen webs y perfiles que ofrecen datos tergiversados o que omiten información. Como resultado, muchas personas llegan a la consulta con un discurso aprendido, pero sin un respaldo científico sólido, y eso rompe la relación de confianza, básica, que debería existir entre médico y paciente.

 

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