Turismo rural, contacto con la naturaleza, artesanía y gastronomía local son los tesoros de Baleares para disfrutar de grandes experiencias.
Si en algo nos hemos reafirmado estos meses es en que las grandes experiencias están más próximas de lo que pensábamos. Tan cerca como nuestras islas: Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera. Las maravillas vecinas son sin duda el destino idóneo en estos momentos en los que hemos renunciado a viajar lejos para conectar con nuestra esencia: el contacto con la naturaleza, el turismo rural, la gastronomía mediterránea y su gente. Artesanos, agricultores, pequeños comerciantes y un sinfín de rostros cercanos que, también en invierno, están encantados de recibirnos para que vivamos experiencias en primera persona y disfrutemos de las Islas Baleares en un entorno tan seguro como mágico.
Los inviernos suaves propician un sinfín de experiencias para disfrutar de la naturaleza y de rincones increíbles. De las salinas de Eivissa y Formentera a las cumbres de la Tramuntana, pasando por Maó, uno de los puertos naturales más grandes del mundo. Senderismo y cicloturismo son protagonistas de la temporada baja en las islas y una de las mejores formas de descubrir sus espacios naturales de una forma segura. Es el momento perfecto para asistir a espectáculos únicos como la floración de los almendros y fenómenos naturales como el de Ses Fonts Ufanes. Auténticos paraísos en cada una de las islas a tan solo unos minutos de casa.
Pueblos con encanto
Cada isla es única pero todas tienen algo en común: el encanto de sus municipios, parada obligatoria para adentrarse en la verdadera tradición local. Pueblos en la zona más montañosa de la comunidad como Valldemossa y Deià; la tradición pesquera de Fornells en Menorca; los pueblos blancos de Eivissa; o los pintorescos Sant Francesc y El Pilar de La Mola, en la más pequeña de las islas, despliegan todos sus atractivos en invierno.
Pueblos cargados de tradición, la que tienen en común los habitantes de Baleares. Gracias a ellos hoy se puede disfrutar de la artesanía en su máximo esplendor. Es momento de conocer en primera persona viejos oficios y elaboraciones, desde objetos como el siurell a artículos realizados con palmito. Ver cómo los artesanos fabrican las robes de llengües de Mallorca o las albarcas y la tradicional cerámica azul de Menorca. Y volverse hippie en los mercadillos de Formentera y Eivissa para contemplar a creadores de joyería contemporánea y a referentes ibicencos de la moda adlib.
Del campo a la mesa
Nadie mejor que los agricultores y productores locales conoce el verdadero significado de economía sostenible, una filosofía compartida por quienes residen en las cuatro islas. Qué mejor que aprovechar estos meses para comprar productos de proximidad directamente a sus productores. Es la oportunidad perfecta para conocer cómo elaboran los prestigiosos aceites de Baleares. Hacer preguntas y resolver inquietudes mientras se visita una quesería menorquina, de la que salir cargado con un buen queso mahonés. Dar el salto a Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera para disfrutar de esos tomates de ramellet y de los vinos de la tierra en el lugar exacto en el que se producen para regresar a casa con la satisfacción de saber algo más sobre su proceso: ensaimada, miel, almendra, cordero, sal… ¿Necesitas más motivos para visitar estas maravillas vecinas?
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