Un collage de 5.000 imágenes realizadas una por día en 13 años se subastó en la casa Christie’s el 11 de marzo de 2021 por 69 millones de dólares. La obra del artista Mike Winkelmann, más conocido como ‘Beeple’, era un archivo JPG que entraba en un pendrive. La diferencia es que estaba encriptado con la tecnología NFT (Token no fungible), que garantiza su autenticidad y unicidad.
Texto: Juan Ignacio Orúe. Palma.
“Los NFT ya figuran, obviamente, en la historia del arte”, afirma Manuel Fontán del Junco, director de Museos y Exposiciones de la Fundación Juan March, con sedes en Palma, Madrid y Cuenca.
“Ya están siendo coleccionados, y subastados, por las instituciones del arte, los museos. Y también hay artículos de mercadotecnia con imágenes impresas no de una pintura, sino de un NFT”, añade Fontán del Junco, que se doctoró en Filosofía y es comisario y especialista en estética y teoría del arte.
– ¿En qué altera o modifica el NFT al mercado del coleccionismo de arte?
– El NFT, como se sabe, preserva en una cadena digital una obra digital original. Esa pieza, por supuesto, puede tenerla otra persona en su terminal, pero será una copia. El NFT al final, no es más que el garante del ya viejo concepto de autenticidad y originalidad, tan propio de la idea moderna del arte, actualizado para la era digital. Así que nada ha cambiado radicalmente. Internet sí que está cambiando el mercado del arte, menos ligado ahora al espacio físico de la galería, al contacto presencial, más virtual, por tanto. Pero creo que precisamente esa especie de “evaporación” de las realidades del mundo del arte –de la obra de arte, entre ellas– hará más relevante el carácter analógico y material de ese mundo, porque va a ser más acuciante distinguir qué es arte y qué no lo es y para eso hacen falta espacios diferenciados, con límites que incluyan y excluyan. Vivimos en una época de reproductibilidad cada vez mayor, casi ilimitada, así que, si no ‘encierras’ el original, si no lo ‘encriptas’, de cada cadena de sus reproducciones en un espacio separado, no habrá forma de saber cuál es la obra original y cuál su reproducción. Y eso colapsaría la economía del arte: la del mercado y la institucional.
– El NFT anula la posibilidad de la falsificación…
– Bueno, ya veremos: ya aparecerá el Wolfgang Beltracchi o el Elmyr de Hory de la era digital, que será un hábil hacker. Quizá ya está trabajando. Lo que está claro es que en nuestro mundo en rápida transformación digital la inteligencia artificial ya permite algo sin precedentes en la historia de la relación del hombre con la imagen: que cada vez es más difícil fiarnos de lo que vemos en una pantalla, porque lo falso cada vez es más verosímil. Hay programas que pueden presentarnos a Putin declarando la paz universal de manera inequívoca, cuasi perfecta. Y esto afectará (ya está afectando) al arte digital, al arte en la red.
– ¿Una obra artística digital puede conmover de la misma forma que una física?
– Pues a mí sí, dependiendo de cada una: ya ocurre que una buena película es mejor que una mala obra de teatro. La prevalencia ha sido hasta ahora para la experiencia sensorial frente a la obra material, y solo después se consideraba la reproducción de esta en un libro o en una pantalla. Hoy, entre ambas, hay una realidad nueva, la de la materialidad digital o virtual, a la que estamos acostumbrándonos. Lo relevante es si cualquiera de ellas consigue la posibilidad catártica de la obra de arte; sin esta, no veo entre ambas más que una pura gradación de posibilidades de comunicación visual, de experiencia estética.
– ¿Es exagerado pensar que el NFT es una revolución en el mercado del arte?
– Creo que no asistimos a una revolución en el arte, sino más bien a una influencia, que es muy radical a veces. Casi afirmaría que ocurre lo opuesto a una revolución: que el NFT es una estrategia conservadora (en el sentido literal, el museístico, de esa palabra), porque lo que hace es preservar y mantener en la era digital los dos viejos conceptos reinantes en la era analógica del arte desde el siglo XVIII: el de un autor único e insustituible y el de la originalidad de cada una de sus obras.
– ¿Cuál es actualmente la disciplina artística que más destaca en España?
– Todas, y todas se mezclan. En general, me parece que vivimos en un momento de inflación de arte. Hay demasiado, más que en ninguna otra época, y se difunde casi instantáneamente a casi todos los rincones del globo. Nuestro país no es una excepción.
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