En un comunicado, el Obispado reconoce los hechos y censura “la extraordinaria gravedad del comportamiento que ha reconocido haber mantenido durante años el sacerdote encausado”. Así la Diócesis reconoce los abusos sexuales que denunció una mujer mallorquina ante el Tribunal Eclesiástico haber sufrido durante décadas
El Bisbat de Mallorca ha impuesto al sacerdote diocesano denunciado por abusos sexuales junto a dos jesuitas la prohibición de celebrar misa en cualquier lugar que no sea su domicilio durante tres años. Con el procedimiento canónico administrativo penal finalizado contra el cura Julià Cifre, el Obispado ha emitido el decreto sancionador que exige al sacerdote que envíe una carta a la víctima pidiéndole perdón por todo el dolor provocado.
Según ha señalado la institución en una nota de prensa, el decreto señala la “extraordinaria gravedad del comportamiento que ha reconocido haber mantenido durante años el sacerdote encausado que ha sido probado en este procedimiento administrativo penal y que con sus conductas impropias ha causado daño físico y psíquico a la víctima”. Así la Diócesis reconoce los abusos sexuales que denunció una mujer mallorquina ante el Tribunal Eclesiástico durante décadas.
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