Vilafranca de Bonany, además de melones, siembra cultura. Aquella semilla plantada en 2002 ha eclosionado 20 años después, y de qué manera, al recibir la FIET (Fira de Teatre Infantil i Juvenil de Balears) el Premio Nacional de Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud. Jaume Gomila y el reducido grupo de personas que integran Sa Xerxa no estaban locos. “Vimos que esto tenía magia”, recuerda el médico de profesión que ha convertido Vilafranca en toda una revolución de las artes escénicas.
El objetivo era claro: “Acercar el buen teatro a los niños, jóvenes y familias de toda Balears”, al tiempo que “hacer crecer a las compañías de las islas”. Tarea que, como los buenos guisos, requiere de tiempo y cariño. Visitar ferias de la península referentes como FETEN o la Mostra de Igualada, visualizar espectáculos, estar al tanto de las compañías que se mueven en la escena nacional… Sa Xerxa fue consolidando “aquel sueño” que acabó convirtiéndose en un éxito colectivo que ha derivado en la dinamización del panorama teatral de las cuatro islas, porque hoy los proyectos de Sa Xerxa han llenado de magia escenarios de toda Balears.
“Lo importante es cómo se ha ido implicando el pueblo. Con la crisis de 2008 y el recorte de ayudas hicimos de la necesidad virtud”, relata el entusiasta Gomila, agradecido por la aportación vecinal, uno de los grandes recursos de la FIET con más de 200 familias voluntarias. “Acogían a las compañías en sus casas, hacían comidas, recaudaban fondos… La gente que venía de fuera decía: Me acogen en su casa, si hacen matanza nos regalan unas sobrasadas… Esto añadió valor”. La solidaridad volvió en la segunda crisis, la de la pandemia, en forma de crowdfunding que, junto con el Premio Nacional, logró salvar la FIET 2022.
“Hay que aprovechar este empujón. El reto ahora es hablar con las instituciones para que asuman la necesidad de mantener esto y dar el siguiente paso: internacionalizar la feria”, reclama Gomila.
Teatro para todos
Sa Xerxa ha aprendido “que el teatro tiene que ser para todos, descubriendo el valor integrador de la cultura, haciendo imaginar, soñar y divertir a la gente”. Dos décadas en las que ha quedado claro que “esto no era un juego de artificio de dos días; el teatro aporta reflexión y puede tocar cualquier tema sin importar la edad: el ser aceptado, el amor, el dolor, la muerte…”. Como las películas de Pixar, “los más pequeños se quedarán con las emociones, lo visual, la música; mientras que los adultos recordarán las bromas, la carga de profundidad, el trasfondo”.
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