La gran cantidad de público que participó de la celebración por el Domingo de Ramos entusiasma a la iglesia mallorquina a pocos días de Semana Santa. No es para menos, el panorama ha cambiado. En los últimos dos años las procesiones se suspendieron por la pandemia y resurgió el ánimo de celebrar nuevamente.
“Numeroso público, entre ellos muchos turistas, especialmente en Palma, siguió con interés el paso de las cofradías que, con respeto y devoción, devolvieron a nuestras calles una de las estampas más tradicionales de la Semana Santa”, dice el Padre Antoni Cañellas, Vicario Episcopal para la Vida Consagrada i la Piedad Popular.
Cañellas no tiene dudas de que habrá mucha participación en la isla. “La gente tiene ganas de recuperar la normalidad y el deseo de poder volver a participar de las tradiciones de Semana Santa que durante dos años no ha sido posible llevar a cabo. Seguro que mucha gente se hará presente en las procesiones, tanto cofrades como público”, agrega.
Los recorridos de la Semana Santa 2022 serán más cortos y el horario se reducirá para evitar aglomeraciones de acuerdo con un decreto del Govern que establece la normativa para los actos multitudinarios con más de 300 personas. La organización prevé que más de 10.000 cofrades participarán de la celebración a lo largo de los cuatro días.
Los actos públicos propios de Cuaresma y Semana Santa surgieron de los propios fieles y las comunidades cristianas locales en siglos pasados, y muchas de las tradiciones se mantienen desde entonces.
“Cada municipio ha configurado una manera diferente de vivir estas manifestaciones populares de piedad. En algunos municipios se llevan a cabo Via Crucis, en otros “Davallaments”, en otros una determinada procesión u otra está presidida por una imagen de especial veneración. En definitiva, cada pueblo y ciudad de nuestra isla tiene su propia idiosincrasia. La asociación de cofradías correspondiente y las parroquias organizan los actos conjuntamente. En los pueblos quizás se mantiene más arraigado el carácter mallorquín de la Semana Santa, con pasos más austeros, procesiones más silenciosas y sin elementos importados de otras culturas como las varas, los sinpecados, las medallas”, describe Cañellas.
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