“Suspendería los diagnósticos por IA de las placas de tórax porque se equivoca mucho”
Virginia Servera. Fotos: Piter Castillo.
Oriol Bonnín (1946) llegó a Mallorca en 1992. “Era el año de los JJ. OO. de Barcelona”, rememora con la vista puesta en una fotografía del Barri Gòtic de la Ciudad Condal (lugar donde nació) que preside su consulta. Desde entonces, han pasado treinta y dos años en los que ha tratado a más de diez mil pacientes con patologías cardíacas, entre ellos, el afamado Johan Cruyff.
El reconocido cirujano cardíaco Bonnín fue el impulsor del programa de cirugía cardíaca en Baleares y ocupó la jefatura del servicio público de esta especialidad hasta que “me jubilaron”, cuenta. En la actualidad, sigue atendiendo a enfermos en el Hospital Quirónsalud Palmaplanas. Sus aportaciones científicas y sociales le han valido multitud de reconocimientos, entre los que destaca la Medalla de Oro de la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares (2016).
-¿Mallorca sigue siendo un lugar de referencia en cirugía cardiovascular en la actualidad?
-En Baleares, tanto en la privada como la pública, los resultados de cirugía cardíaca son óptimos. Hay mucha variedad de gente formada en distintos centros, lo que es positivo porque vienen con una mentalidad un poco diferente y siempre tienen algo que aportar.
-En 2019 dijo que Son Espases era el centro de España que más enfermedades coronarias curaba. ¿Se mantiene esta situación?
-Diría que sí. Hace años hubo un estudio que falló que Son Espases era el centro que menos mortalidad tenía. Para todos fue un orgullo y la verdad es que era conocido en todas partes. Creo que se ha mantenido.
-¿Por qué en Baleares no se realizan trasplantes de corazón?
-Porque en los comienzos se valoró que el porcentaje de enfermos para trasplantes era bajo. Como ocurre con cualquier procedimiento, es bueno que el centro que lo realiza tenga suficiente volumen y experiencia. Eso no quiere decir que no se puedan llevar a cabo… Ahora se tendría que volver a valorar.
-¿Cómo fue el primer trasplante realizado en Barcelona en el que participó?
-Estuvimos muchos años preparándonos e investigando… Hicimos trasplantes en perros, también en monos que se traían del Zoo de Barcelona (hoy no los haría). En aquel momento ya se valoraban los trasplantes de animales a humanos. Pero es difícil que corazones de especies que llevan millones de años en la evolución, pese a las similitudes, puedan trasplantarse con éxito en humanos que ya de por sí, si no tienen el mismo grupo, rechazan el corazón.
-¿A cuántas personas habrá salvado la vida?
-No salvamos la vida a nadie porque todos tenemos un principio y un final, pero hemos operado a muchos, ya no los cuento. Hace un tiempo dijeron: “Operó a más de 12.000…”. Y yo digo: ¿Y qué? De lo que sí me acuerdo mucho es de aquellos a los que no he podido ayudar.
-¿Qué patologías atiende con más frecuencia en su consulta?
-Lo que vivimos mucho en los comienzos fueron pacientes con enfermedad valvular por la fiebre reumática, que era por las amigdalitis, cuando la penicilina todavía no estaba al alcance del tratamiento. Después, lo que más hemos operado han sido cirugías de bypass coronario por enfermedad coronaria. Entre otras cosas, porque la gente fumaba, y fuma, mucho. Las coronarias sufren bastante y todavía hay numerosos enfermos coronarios. El tabaco ha sido el enemigo público del siglo pasado y sigue siéndolo de este siglo. Y esto la gente no lo tiene en conciencia, todavía. Lo que pasa que ahora, afortunadamente, gracias al intervencionismo y a la colocación de dispositivos intracoronarios, se han evitado muchas cirugías. El 90 % de los enfermos coronarios se trata poniendo stents y haciendo técnicas intervencionistas que llevan a cabo los hemodinamistas (cardiólogos).
-¿Algún error profesional del que se arrepienta?
-Errores profesionales, no. Lo que sí pienso a veces es que tal vez a algunos enfermos deberíamos haberles dicho que no se operaran. Al principio de los trasplantes, como no había unos medios correctos para evitar los rechazos, se moría uno detrás de otro. Hasta que salió un tratamiento inmunosupresor en 1980 (la ciclosporina), era raro el caso que duraba meses.
-¿Cuál es la operación más compleja que recuerda?
-A veces he tenido que operar a enfermos a los que se les había roto o disecado la aorta, cambiarles toda la aorta, hacerles bypasses, cambiarles parte de las arterias que van al cerebro… Son cirugías muy complejas. Igualmente, como decía Cooper, un cirujano americano, en cirugía cardíaca no puedes decir que un caso es fácil porque nunca sabes cuál se puede complicar.
-Hace 33 años que operó a Johan Cruyff a corazón abierto. ¿Cómo fue ese día?
-Había mucha presión mediática, recuerdo. Afortunadamente fue muy bien y pudo seguir trabajando. Cuando me dijeron que creían que tenía cáncer de pulmón pensé que había tenido todos los efectos del tabaco. Pero así hay miles de personas.
-¿El momento más feliz de su carrera?
-Recuerdo que operé a cuatro mujeres embarazadas que tenían una esclerosis y corrían el riesgo de morir. Estaban en lo que se llama insuficiencia cardíaca y se les encharcaban los pulmones, lo que hacía que se fatigaran y no pudieran respirar. Estuve muy satisfecho de haber tirado adelante no solo cuatro vidas, sino ocho.
“El tabaco ha sido el enemigo público del siglo pasado y sigue siéndolo de este siglo”
-¿Cómo ha evolucionado la cirugía cardíaca?
Mucho, sobre todo desde los años 50 del siglo pasado hasta el presente. Ahora ya no somos necesarios para muchas cosas que antes hacíamos. Esto es bueno para el paciente e implica menos agresividad. Pero también quiere decir que cada vez operamos a enfermos más complejos, tanto valvulares como coronarios, porque intervenimos cuando los hemodinamistas no pueden solucionar el problema. La cirugía cardíaca es cada vez más compleja y más complicada. Por eso se necesitan cirujanos muy preparados, que afortunadamente los hay.
-¿Qué opinión le merece la inteligencia artificial aplicada a su especialidad?
No me gusta que le hayan puesto ‘inteligencia’; lo de ‘artificial’ me parece bien. Ahora se utiliza, por ejemplo, para hacer el diagnóstico de lo que se ve en las placas de tórax y, de momento, lo suspendería porque se equivoca mucho. Hay que recorrer un tiempo que será importante. No obstante, creo que los cambios hay que aceptarlos. Si uno piensa que el futuro va a ser peor que el presente, se equivoca.
-¿Son los corazones artificiales una esperanza?
-Recuerdo cuando los Jarvick… Lo que pasa por dentro del corazón es sangre, que tiene hematíes, glóbulos rojos… No es ni agua ni gasolina, es sangre. El organismo responde mal si no mimas lo que va por dentro y así fue, tuvieron que dejar de poner los Jarvick porque fue un desastre, cuando parecía que iban a cambiar el mundo. Tenemos asistencias ventriculares y esto ha avanzado muchísimo. ¿En el futuro puede llegar a haber un sistema artificial que sustituya el corazón? Si digo que no, iría en contra de mi manera de pensar porque siempre he pensado que hay cosas nuevas por llegar.
-¿Cómo saber si nuestro corazón está en forma?
-No hay que subir todos los puertos de montaña pero un ejercicio que es muy bueno es andar. No es necesario ser campeón de ciclismo ni nada de este tipo, pero sí hacer ejercicio y mantener una vida activa.
-¿Cree que seguirá aumentando la esperanza de vida?
-Sí, ahora estamos ya en los 80 (en el primer mundo), pero tenemos que ver en qué condiciones vamos a estar y qué vamos a necesitar. Más años representa más dependencia a todos los niveles.
-Después de tantos años, ¿sigue viva su pasión por esta disciplina?
-Me gusta, siempre ha sido así. Una patología infantil –bromea–. Mi padre era periodista y economista y pensaban que yo seguiría sus pasos, pero a los 13 años tenía un gran amigo con una enfermedad reumática con afectación de las dos válvulas que no se pudo operar en ninguna parte del mundo y murió con 17 años. Aquello me quedó grabado y tengo claro que fue el desencadenante de que estudiara cirugía cardíaca.
-¿Ve cercana la jubilación?
-Mientras me encuentre en un buen estado, seguiré ejerciendo. También tengo claro que si la vista me falla, las manos… lo primero que diré será “basta, ya tengo bastante”. De momento, todavía estoy con la cabeza dando vueltas.
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