Esta edición de Mallorca Global Mag se abre con un reportaje acerca de las muchas miserias escondidas bajo el drama de las pateras que llegan a nuestro archipiélago. Somos ya la vía de entrada con más cantidad de muertos en toda España después de las islas Canarias. Y quienes ponen su vida en riesgo a cambio de una brizna de esperanza vienen, sobre todo, desde Argelia. En tres años, desde 2019 a 2022, se han multiplicado por cinco los que abordan en ese país embarcaciones que suponen una especie de naufragio anticipado a lo largo de los 300 kilómetros de la travesía. Eran ya más de 2.600 el año pasado los migrantes de las pateras; en el que acaba ahora, veremos.

 

Camilo José Cela CondeDicho así, con números por medio, la angustia se disuelve. Citar a Stalin no es el mejor recurso que existe pero dicen que era él quien afirmaba que una muerte es una tragedia pero muchas juntas se vuelven una estadística. Sabido es que los datos estadísticos pueden tan solo ojearse porque los números nos aburren desde los años aquellos en que las matemáticas eran el principal suplicio del colegio. Repasemos: hasta cinco veces más pateras; por encima de 2.500 los migrantes; 1.200 kilómetros de costa argelina desde donde salir… Cuánto número. Qué tedio.

Pero, ¡ay!, el reportaje de estas páginas contiene sobre todo penurias individuales. Lo dijo Friedrich Durrenmatt hablando de su país: “En Suiza pedimos que viniesen inmigrantes a trabajar y llegaron personas”. Es el riesgo que tiene el mirar por encima, o por debajo, de las cifras y llegar hasta su alma. Nadie como los teóricos del pensamiento neoliberal ha insistido tanto en que se llegue hasta ese último reducto, entrando en los derechos de cada sujeto por separado. Robert Nozick, el gran gurú del renacimiento del liberalismo anglosajón —decía con malicia que Thatcher y Reagan se inspiraban en sus ideas aunque, de atreverse a leerlas, no las habrían entendido—, Nozick, como digo, remataba su libro más conocido dando una lista enorme de personas de todo tipo y condición, con Picasso, Colón, Frank Sinatra, Buda, Elizabeth Taylor, Sócrates y muchos otros en ella, y apuntaba una pregunta final: ¿existe una sola clase de vida que sea la mejor para todas estas personas? Como la respuesta obvia es que no, Nozick sostenía que cada individuo debería tener el derecho de vivir en la sociedad que más le guste: por ejemplo, en una sin asistencia alguna del Estado pero también sin impuestos.

El problema aparece con la paradoja de Groucho Marx cuando aseguraba que nunca querría pertenecer a un club en el que aceptasen a personas como él mismo. Es lo que sucede con los migrantes, los que logran llegar a Mallorca y los que no, los que se quedan en el camino. Quieren vivir en un lugar, Europa, que, vaya por Dios, consigue su prosperidad levantando muros para que los de las pateras se queden fuera.

 

💡 Puedes leer este artículo en la edición de invierno 2023 – 2024 de Mallorca Global Mag.