Marcus Cooper, durante un entrenamiento en los Juegos Olímpicos de París'24

Marcus Cooper, durante un entrenamiento en los Juegos Olímpicos de París’24. Foto: RFEP.

El triple medallista olímpico propone facilitar el futuro profesional de los deportistas en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado

En un mundo donde el deporte de élite suele asociarse con glamur y éxito, el piragüista Marcus Cooper (Oxford, 1996), felanitxer de adopción, pone en perspectiva los desafíos de los deportistas que compiten en disciplinas menos mediáticas y destaca la importancia de la salud mental.

 

– ¿Qué es más importante, una mente sana o un cuerpo sano?

– Los tres pilares que me han hecho llegar al éxito han sido cuidar la nutrición, la psicología y, evidentemente, el ejercicio físico. Todos son importantes, pero si tuviese que escoger uno sería la parte mental, la que de primeras hay que cuidar. Desde la cabeza empieza todo: el control de las emociones, nuestra actitud, la toma de decisiones… Y eso es el Plan Cooper, una plataforma online de salud que ofrece soluciones en materia nutricional, psicológica y de ejercicio físico. Es para cualquier persona y objetivo, no solo enfocado al deporte y mucho menos al deporte de élite.

 

– ¿Hay que perder el miedo a ganar?

– Sin duda. Es una idea que me transmitió mi primer entrenador y que me marcó mucho. Nos centramos en aprender a digerir la derrota, pero también hay que saber gestionar el éxito. El ser humano tiende a buscar el equilibrio y cuando nos van bien las cosas nos autosaboteamos: “esto se me da muy bien, pero, pero…”. Es importante creer en uno mismo y aprender a aceptar que podemos progresar y crecer sin límites en todos los ámbitos de la vida.

 

Marcus Cooper, en el puerto de Palma durante la entrevista concedida a Mallorca Global Mag

Marcus Cooper, durante la entrevista concedida a Mallorca Global Mag. Foto: Piter Castillo.

– ¿Vivimos en una sociedad demasiado centrada en lo negativo?

– Normalizamos demasiado lo bueno, no le damos valor. Y eso también ocurre en el deporte. Cuando consigo un éxito después de tanto esfuerzo no lo valoro, ya paso al siguiente nivel. Cada vez más estoy haciendo el trabajo de valorar más mis logros, lo que he conseguido, porque casi siempre nos centramos demasiado en lo malo.

 

– En los deportes olímpicos, la presión de conseguir resultados para recibir becas y ayudas debe de ser enorme.

– Requiere una gestión mental importante. Esta incertidumbre es una molestia extra que los deportistas tenemos en la cabeza. Hacemos muchos sacrificios sin tener garantías de conseguir un resultado que compense no haber podido estudiar una carrera o no habernos preparado en otro ámbito laboral. El respaldo económico no es muy potente, por lo que hasta que llegas arriba no empiezas a recibir ingresos que realmente te hagan pensar: “Vale, merece la pena seguir aquí y no simplemente optar por otro trabajo con un sueldo medio”. Necesitamos más ayudas, más apoyo.

 

– ¿Los deportistas pensáis en la vida más allá de las pistas?

– Tendemos a ser cortoplacistas y centrarnos en la próxima competición. Pero es cierto que cuando te pones a pensar en el futuro, llegan los nervios, la incertidumbre. Te planteas, ¿hasta qué punto estoy preparado para hacer otra cosa? Cuando lo deje, ¿qué tengo? Pero no solo es pensando en la retirada, porque también te puedes lesionar o bajar el rendimiento por la razón que sea. Es muy estresante.

 

– ¿Cómo se podría clarificar vuestro futuro tras la retirada?

– Siempre he pensado que el deporte debería ser un asunto de Estado, más de lo que lo es actualmente. Una opción sería facilitar salidas profesionales a los deportistas que hayan hecho esos sacrificios por la imagen de España. En otros países existen acuerdos con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado para que los deportistas se integren como policías, bomberos, en el ejército… Al fin y al cabo, compartimos muchos valores con ellos y tener esa opción sería muy positivo.

 

Marcus Cooper y el resto del equipo de K4 500: Rodrigo Germade, Carlos Arévalo y Saúl Craviotto

Marcus Cooper (segundo por la izq) y el resto del equipo de K4 500 (Rodrigo Germade, Carlos Arévalo y Saúl Craviotto) muestran la medalla de bronce obtenida en París. Foto: RFEP.

– ¿Es el Plan Cooper un proyecto para labrarte un futuro después de la piragua?

– La realidad es que no vino motivado por eso. Evidentemente, espero que sea así, porque si sigo con el Plan Cooper en el futuro es que me ha ido bien. Pero surge de mis ganas de ayudar y compartir mis conocimientos y vivencias, siempre rodeado de los grandes profesionales que me han acompañado. Porque no existe el deporte individual; cuando cruzas la meta o subes al podio, lo haces con el equipo que te ha ayudado a lograrlo. Ahí está la esencia del Plan Cooper: el asesoramiento de profesionales que he seleccionado personalmente porque comparten mis valores.

 

– ¿Cuál es la mayor demanda?

– La pérdida de peso graso, sin duda.

 

– ¿En algún momento te has planteado dejar el deporte de élite?

– No, siempre he tenido claro seguir adelante. En 2015, antes de ganar el oro en Río 2016, acabé el año un poco descontento conmigo, con mis resultados. Entonces hice un autojuego mental: o dejaba el piragüismo o intentaba de verdad ser mi mejor versión durante toda la temporada, quería saber hasta dónde podía llegar. Iba a coger la segunda opción, pero me ayudó barajar la primera para no dejar lugar a medias tintas.

 

– ¿Cuánto tiempo más podremos disfrutar de Marcus Cooper?

– Aunque voy bastante año a año, ciclo olímpico a ciclo olímpico, no me he planteado retirarme. Por edad podría estar en, al menos, dos juegos olímpicos más, sería difícil en tres, pero sí en Los Ángeles y Brisbane. Vivo el presente, así que quizá el mes que viene decida dejarlo (risas).

 

– ¿Alguna vez te han propuesto los ingleses competir con ellos?

– La verdad es que no, ni siquiera me lo han insinuado. Hasta para eso son secos y orgullosos, muy suyos (risas). Nací allí y tenía la nacionalidad inglesa. Cuando empecé a destacar, investigamos si se permitía la doble nacionalidad, pero al menos en ese momento no. Así que decidí hacerme español. Me llevó casi cinco años y estuve a punto de no llegar a Río 2016. Imagínate, si no hubiese conseguido competir… Si los ingleses me hubiesen planteado algo así, con todo el respeto del mundo, no habría aceptado. Yo le debo mis resultados a España y me siento español.

 

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