Símbolo del éxito turístico en Europa, Mallorca se enfrenta en los últimos años a un desafío que resuena en destinos de todo el mundo: la masificación turística. Con más de 12 millones de visitantes en 2023, y subiendo, la isla se ve inmersa en un debate crucial sobre sostenibilidad, calidad de vida y convivencia entre residentes y turistas.

Un fenómeno que no es exclusivo de Mallorca. Destinos como Málaga, Venecia, Santorini o Bali experimentan presiones similares. Pero mientras algunos territorios como la ciudad italiana ven disminuir su población con el paso de los años, en Mallorca el número de residentes no para de crecer, lo que sitúa a la isla en una encrucijada. ¿Qué se puede aprender de otros lugares? ¿Es posible equilibrar la economía turística con la sostenibilidad?

manifestación turismo en mallorca

Imagen de una de las mayores manifestaciones celebradas en Mallorca contra el exceso de turismo. Foto: Manu Mielniezuk.

El reto poblacional

Desde que comenzó el nuevo milenio, Mallorca tiene un 42,6% más de habitantes, pasando de los 677.014 vecinos registrados en el año 2000 a los 965.371 de 2024. El impulso demográfico en la isla parece no tener fin, ya que las previsiones del INE proyectan que Balears será la comunidad autónoma donde más aumentará la población en los próximos 15 años. Ante este panorama, podría decirse que la presión demográfica sobre el archipiélago está en un bucle: el turismo bate récords año tras año, atrayendo así nuevos residentes que se instalan en las islas para atender estas necesidades.

El eco de aquella ‘tregua’ al turismo que supuso la trágica pandemia de la COVID-19 resuena para la ciudadanía en dos direcciones: fue bonito rememorar tiempos no tan lejanos en los que se podían visitar playas casi desiertas, sí, pero sin turismo la coyuntura económica en Mallorca es desoladora. Cuatro años después, la recuperación se ha pasado de frenada y ha vuelto a la senda de batir todo tipo de registros: turistas, presión humana, vehículos…

masificación turistas Mallorca. Teresa Ayuga

Aglomeración de turistas frente a la Catedral de Mallorca. Foto: Teresa Ayuga.

Golpe sobre la mesa

Hasta que la ciudadanía ha dicho “Cambiemos el rumbo, pongamos límites al turismo”, lema de la segunda manifestación contra el exceso de visitantes el pasado julio, que congregó a más de 20.000 personas en Palma. Una llamada de atención para poner sobre la mesa conceptos como la contención o incluso el decrecimiento turístico pero, sobre todo, para advertir sobre la pérdida en la calidad de vida de los residentes.

Jaume Garau, vicepresidente de Palma XXI, una de las más de veinte asociaciones que conforman el Fòrum de la Societat Civil para la reconstrucción de las Illes Balears, reclama un “parón a todo este volumen de gente. Tantas personas, coches -casi uno por habitante-, actividades en la naturaleza, en el mar, en las playas, en las carreteras… desgasta los centros históricos (con fenómenos como la gentrificación), las carreteras, los fondos marinos, etc”. Para Garau, es hora de “limitar o comenzar un proceso de reducción progresivo de plazas turísticas para que esto se vaya atemperando y poder ejecutar una transición ecológica que viene por el mandato del cambio climático”.

Como participante en el Fòrum, Garau propone “redirigir energías” hacia otros sectores y “reducir el turismo obsoleto y de alquiler vacacional ilegal, que está haciendo mucho daño a las islas. No somos el único destino que tiene estos problemas, porque cada año crece el número de turistas a nivel mundial y se esperan 1.000 millones más en 2050. Es un grave problema, especialmente para las generaciones que vienen”. No obstante, reconoce que “todo se mueve en un mercado internacional, con empresas poco reguladas que son las que traen turistas a la isla y que quieren seguir creciendo”, de los cruceros a la aviación. “Desde Palma”, continúa Garau, “no vamos a arreglar este problema global, pero si no participamos… Hay que buscar consensos, normativas diferentes como la protección de las islas del Mediterráneo”, y recuerda cómo Formentera ya ha comenzado a regular la circulación de vehículos. “Hay ejemplos de buenas prácticas y fenómenos que demuestran que se puede ir cambiando. Mallorca también lo tendrá que hacer”, sentencia.

Protesta global

GRÁFICA TURISTAS por HABITANTE mallorca

turistas por kilómetro cuadrado mallorca

El exceso de turistas no solo enfada a los residentes de Mallorca. Mallorca Global Mag ha hablado con asociaciones y entidades de otros territorios como Málaga, Venecia, Santorini o Bali para apreciar el alcance global de este fenómeno, aunque cada territorio afronta sus propios problemas.

En el país heleno, que vive un momento de esplendor turístico, el año pasado se produjo “la rebelión de las toallas”, un movimiento también familiar en Mallorca con el que los griegos reclamaban las playas de sus islas. Desde Santorini, de apenas 76 km² y 15.400 habitantes censados, el profesor emérito de la Universidad del Egeo, Ioannis Spilanis, director del Observatorio de Turismo Sostenible del Egeo, considera que “hace muchos años que Santorini está masificada y la situación empeora”. Si bien “desde el año pasado, hay un estancamiento —incluso una disminución— en las llegadas y una caída neta (alrededor del 10%) en el gasto turístico. ¿Es esto una señal de declive, como indica el modelo de Butler?”, se pregunta en alusión a la teoría del Ciclo de Vida de los Destinos Turísticos, formulada en 1980, y que habla de 6 etapas en todo destino: exploración, implicación, desarrollo, consolidación, estancamiento y declive.

“Por el momento, la única medida en nuestra isla -continúa Spilanis- se refiere a los cruceros: un límite de hasta 8.000 pasajeros y una tasa de 20 euros por persona. El municipio y el Consejo de Turismo están presionando para detener la creación de nuevas camas turísticas, así como para reducir el número de alojamientos tipo Airbnb, con el fin de proporcionar viviendas a residentes y empleados públicos”. En cifras, prosigue el profesor griego, “Santorini dispone de unas 67.000 camas entre hoteles, habitaciones de alquiler y plataformas de economía compartida. Esto implica una presión de 3,8 camas por habitante y 881 camas/km². Si se suma a la población local, la presión ambiental supera las 1.000 camas/km²”. La sobrecarga de la isla griega sería inimaginable en Mallorca. Al año, recibe 680.000 pasajeros por barco, 1,3 millones por avión y cerca de 800 cruceros, con 1,3 millones de pasajeros (2023).

masificación turística en santorini

Santorini, una isla más masificada que Mallorca.

¿El mejor año turístico?

Más cerca de sa roqueta, en Málaga, las movilizaciones también han llegado a la calle en 2024. Tras registrar el mejor año turístico de la historia en 2023 (14 millones de turistas), la ciudadanía exige una “Málaga para vivir, no para sobrevivir”. Aunque la cifra de visitantes se diluye respecto a su superficie, comparte problemáticas como la gentrificación y la subida desorbitada del precio de la vivienda, que discurre paralela al boom de pisos para alquiler turístico. Entre las medidas que plantean los convocantes de la marcha, como el Sindicato de Inquilinos, están la moratoria de las licencias de apartamentos turísticos, al tiempo que la oposición trata de imponer una tasa turística.

La lista negra

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Seminyak, Bali, llena de turistas.

El ejemplo de Bali (739.198 habitantes y más de 15 millones de turistas al año) también guarda similitudes con Mallorca. Ambas tienen superficies insulares intermedias y enfrentan desafíos de sostenibilidad similares debido a su popularidad. La meca turística de Indonesia ha entrado en la lista de “Destinos a reconsiderar en 2025” de Fodor’s Travel, que ya incluyó a Mallorca en 2019. La guía de viajes habla de playas vírgenes “sepultadas bajo montañas de basura, con los sistemas locales de gestión de residuos luchando por mantenerse al día”. Allí la iniciativa Bali Partnership Platform denuncia que los turistas “generan 3,5 veces más residuos diarios que los residentes”.

La lucha por defender el medio ambiente en Bali la ejemplifica el colectivo Walhi Bali, cuya presión ha conseguido el compromiso de una moratoria en la construcción de hoteles, villas y clubes nocturnos en las zonas más masificadas de la isla. Una medida que aún está pendiente de confirmación por parte del presidente del país.

Una ciudad que se ahoga

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La afluencia de cruceros en Venecia, en el punto de mira de las asociaciones locales que luchan contra el turismo de masas.

Venecia lleva años sumida en una lucha contra la masificación turística. La ciudad se ahoga, literalmente, con la visita de casi 30 millones de turistas al año. En la ‘Serenísima’ ya se habla de ‘disneylandización’. Al contrario que Mallorca, su población va en descenso, hasta tal punto que lo que hoy todavía es una ciudad va camino de no serlo.

Otra de las diferencias más notables es que, según los estudios, el turismo en la ciudad de los canales es efímero: solo 3 de cada 10 visitantes pernoctan en alguna de sus cerca de 50.000 plazas turísticas -una por habitante-. Pionera en imponer una tasa de entrada para el turista ocasional, Venecia continúa instaurando medidas que parecen no revertir su preocupante situación. Las últimas, la prohibición de grupos de más de 25 personas, los altavoces en las calles o el mayor control de los cruceros.

Jane da Mosto, consultora con experiencia internacional en desarrollo sostenible y fundadora de la oenegé We Are Here Venice, es clara al afirmar que los problemas del ‘sobreturismo’ en su ciudad “se resolverán por sí solos una vez que las políticas y la gestión estratégica de Venecia dejen de considerar el turismo como la principal fuente de ingresos (como la minería del carbón) y de pensar que la labor del gobierno local es organizar grandes eventos como el Carnaval y las ferias comerciales”. En contraposición, prosigue la científica y activista, las administraciones deberían pasar a focalizarse en “la vida cotidiana de la ciudad, el bienestar de los residentes, las políticas de vivienda a largo plazo y la salud del sistema lagunar”, entre otras medidas.

Es el momento

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Masificación de turistas en Caló des Moro.

De vuelta a Mallorca y tras un año convulso de protestas en las calles, el debate de la masificación turística ha saltado a primera línea y -al menos parece- las administraciones han escuchado la llamada de atención de la ciudadanía. La propia presidenta del Govern, Marga Prohens, ha reconocido que “ha llegado la hora de tomar decisiones” y ha marcado enero de 2025 en el calendario como el mes en el que aprobarán un decreto ley de medidas urgentes en el marco de la Mesa del Pacto de Sostenibilidad, coordinada por Antoni Riera, director técnico de la Fundación Impulsa. Sin embargo, el Fòrum de la Societat Civil ha suspendido su participación en el Pacto, alegando en un comunicado que “este proceso debería ser una oportunidad para debatir de forma abierta, pero lo percibimos como fundamentalmente tecnocrático y poco participativo”.

Como asegura la secretaria de Estado de Turismo, la mallorquina Rosario Sánchez, Mallorca puede “liderar” en España un cambio de rumbo hacia la sostenibilidad turística. El primer paso, el de reconocer el problema, está dado. El objetivo ahora es analizar los desafíos que plantea el exceso de turistas en una isla cada vez más saturada.

Mallorca Global Mag te invita a seguir leyendo más información sobre este asunto:

💡 Entrevista sobre la masificación turística en Mallorca con el conseller de Turisme, Jaume Bauzà.

💡 La secretaria de Estado de Turismo, la mallorquina Rosario Sánchez, conversa con Mallorca Global Mag.

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