Sergio Úbeda. Palma. Fotos: Piter Castillo
Las calles de Palma esconden relatos fascinantes, historias que han perdurado a través de los siglos, no solo en palabras, sino también esculpidas en piedras. Figuras escultóricas diseminadas por la ciudad cuentan historias de valentía y misterio. Leyendas que invitan a descubrir algunos de estos detalles ocultos que, a simple vista, podrían pasar desapercibidos. Paséate por Palma y descubre los rincones fascinantes que esconden estas “Historias talladas en piedra”.
El reloj de Sant Francesc
En lo alto de la iglesia de Sant Francesc se asoma un reloj de sol que fue el objetivo de los nadadores más valientes de la ciudad. Tras recorrer 300 metros en el mar de La Portella, divisarlo sobre las antiguas murallas de la ciudad era su momento de gloria.
El dragón y el caracol del Ajuntament
En la fachada del Ajuntament de Palma se esconden dos figuras que muchos pasan por alto: un caracol y un dragón. Son las firmas de los escultores Jaume Caragol y Francesc Dragó. La leyenda cuenta que dejaron su marca como un acto de rebeldía. Estas figuras también están en la Iglesia de San Nicolás, y algunos investigadores creen que podrían ser obra del estudio de Gaspar Bennàssar i Moner. Otra figura similar se encuentra en la escalera del Ayuntamiento. ¿Podrás encontrarla?
El Drac de Na Coca
Una pequeña escultura del dragón descansa en la Plaza del Mirador, un recordatorio silencioso de una leyenda que aún sigue fascinando a los que se atreven a mirarlo. En el siglo XVII, las calles de Palma estaban bajo la amenaza de una criatura aterradora: el Drac de Na Coca. Este reptil acechaba en las sombras hasta que fue derrotado por el capitán Bartomeu Coch.
Cap del Moro
Oculta bajo una marquesina comercial, la escultura “Cap del Moro” en el Born guarda un relato inquietante. Según la leyenda, es un recordatorio de ejecuciones públicas tras las victorias del capitán Antoni Barceló i Pont de la Terra. Aunque algunos sugieren que la figura es solo un capitel.
Les Carasses
En la calle de Sant Feliu, una casa con máscaras grotescas vigila a los transeúntes. Reformada en el siglo XVII por el jurista genovés Joan Francesc Pavesi, esta vivienda ha dejado una huella en la ciudad con sus esculturas misteriosas. Las máscaras, conocidas como “carasses”, tienen gestos provocadores, y la inscripción “EUNDO” ha sido interpretada como un reflejo de la vida nómada de Pavesi.
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