El gran maestro mallorquín del teatro sigue desatando carcajadas entre el público 25 años después de su fallecimiento

Virginia Servera. Palma

Nació en la calle Vallori. De ahí, se trasladó a la calle Velázquez y, más tarde, a Génova. Pasó toda su vida en Palma, aunque viajó sin parar. Siempre sostuvo que como en Mallorca no se vivía en ningún sitio y fue precisamente por eso que decidió llevar de gira –y con gran éxito– todas sus obras por los pueblos de las Islas. Los mallorquines sabían que cada Navidad tenían una cita con el teatro y solo su compañía logró mantener en cartel una misma obra más de tres meses. 

Xesc Forteza, prolífico actor, autor y director teatral, muy querido en la isla, nos dejó momentos desternillantes y supo retratar con agudeza las costumbres e idiosincrasia mallorquinas.  Cómo no recordar Majòrica’81, Jubilat ve de jubileu, Téntol, és una guerra femella!, Catxindena quin estiu o Ca ses Monges. Ahora, cuando se cumplen 25 años de la muerte del cómico, el Ayuntamiento de Palma ha querido rendirle homenaje con numerosas actividades que se enmarcan en el Any Xesc Forteza, como la representación de la emblemática Ca ses Monges, la lectura dramatizada de su obra inédita Fermat i ben fermat o una gala conmemorativa (6 de julio). 

Uno más de la familia

Su hija, Catalina Forteza, no deja de referirse a él como ‘papá’ cuando rememora el legado del intérprete más célebre del archipiélago. “Fue una persona que caló muy fuerte; no solo como actor, sino también como escritor. Sus obras reflejaban muy bien la sociedad del momento y por eso tuvo tan buen acogida. El hecho de que explicara todos los cambios que hemos experimentado desde el humor hacía que la gente lo considerara casi casi como alguien de la familia más que un personaje público”, relata.

La inquietud de Xesc Forteza, que con diez años se introdujo en las artes escénicas y “aprendió solo lo que era escribir teatro”, explica que le dedicara muchas horas a su gran pasión: “Papá era un escritor de todos los días. Después de comer, se encerraba en su despacho hasta la media noche. Cuando no, estaba ensayando o actuando (entonces se hacían dos funciones: una a las seis y otra a las diez de la noche). Las cosas no salen porque sí; él trabajaba muchísimo”, subraya Forteza, quien resalta que también reservó momentos para la familia. “Salíamos de pesca en una barquita y viajamos muchísimo juntos. Lo he pasado muy bien con él; tal vez sea la persona con la que más me he reído en esta vida”, remata.  

Rodeado de talento

A lo largo de su carrera, el genio de la comedia compartió escenario con otros actores reconocidos como Joan Maria Melis, Manel Tubert, Cristina, Juanito y Catalina Valls o la extraordinaria Mary Santpere. “De fuera, con Andrés Pajares mantuvo una amistad toda la vida, tras conocerse en Tagomago, y en su momento también estuvo en contacto con Joan Manuel Serrat. Conocía a casi todos los de su época, lo que pasa que él decidió desarrollar su carrera aquí”, apunta su descendiente.

Desde que pisara el Teatre Principal por primera vez en 1937, escribiera su primera obra (Fi de trajecte) en 1957 o, diez años más tarde, montara la Companyia de Teatre Xesc Forteza, han acaecido multitud de acontecimientos. No obstante, si hoy estuviera vivo, “seguiría sacándole punta a las cosas e intentando que nos riéramos un poco de nosotros mismos y no nos tomáramos tan en serio la vida”, presume Forteza. Su mayor logro –prosigue– fue “hacer reír a muchas generaciones. Incluso 25 años después sigue haciendo reír a la gente”.