Texto: Raúl Beltrán.
Manzana con sobrasada de Mallorca, romero y especias; llampuga a la plancha con barra de patata y queso mahonés… El consumo de productos de cercanía, frescos y que repercuten en la economía local forma parte de la agenda personal de los consumidores.
Estas recetas las propone en su web el Instituto de Calidad Agroalimentaria de las Illes Balears (IQUA), que desde 2001 vela por la promoción y la calidad agroalimentaria de la comunidad. El 2020 ha sido un año especialmente fructífero para el reconocimiento de los productos baleares, con la creación de la Denominación de Origen (DO) pimentón de Mallorca, la Indicación Geográfica Protegida (IGP) del aceite de Eivissa y la inscripción del aceite de Menorca, la tortada de Menorca y la flor de sal de Es Trenc en el catálogo de alimentos tradicionales.
Miquel Àngel Frau, jefe del IQUA, argumenta que “en los últimos años, la sociedad ha empezado a sensibilizarse de la importancia del sector primario, que juega un papel importantísimo en la conservación del medio y del paisaje. Por otra parte, los productos de proximidad tienen como característica diferencial la frescura. Llegan al consumidor
en unas horas, máximo en unos días. Eso permite al agricultor recolectar el producto en su mejor momento de maduración y al consumidor, disfrutar de todas sus características”.
Competencia desleal
¿Cómo reconocer este tipo de alimentos entre la basta oferta existente? Frau aclara que existen tres grupos diferenciados: DO e IGP, de tutela pública y fuertemente vinculadas al medio geográfico y las marcas de garantía, cuyos propietarios son los grupos de productores. Además de alimentos tradicionales, un catálogo que incluye “aquellos alimentos que el sector propone por su reputación vinculada a Baleares”.
Este listado “pretende dejar constancia de las características y los procesos de elaboración de alimentos que durante décadas se han estado elaborando en las islas”. Todas las indicaciones sirven para proteger de la competencia desleal: “Evitan que se realice un uso inadecuado de nombres de productos de las islas que destacan por su elevada reputación”, asegura Frau.
Dispuestos a pagar más
El sector agrícola ha mostrado interés en distinguir y proteger mediante DO o IGP productos locales como la naranja de Sóller, la miel de Mallorca y la flor de sal de Es Trenc, avanza Frau. Pero una vez se superan todos los trámites, ¿qué supone para estos productos? “A efectos económicos, las estadísticas indican que las DO e IGP aportan un valor añadido de entre un 15% y un 100%. Por otro lado, los estudios revelan que los consumidores están dispuestos a pagar un sobreprecio por ellos”. Miquel Àngel Frau invita al consumo de productos de Baleares “por ser de una elevada calidad y porque contribuyen a la conservación del medio que todos disfrutamos”
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