“Como única empresa local que quedamos, estamos preparados para superar este entorno competitivo duro y hostil”. “Tengo plena confianza en el proyecto, por eso decido comprar el 100%”.
Texto: José Eduardo Iglesias. Palma.
Adolfo Utor, presidente de Baleària, y único propietario tras la salida de su socio, el Grupo Matutes, es un ejecutivo hecho a sí mismo que lleva toda su vida profesional en el negocio naviero, desde la antigua Flebasa, donde comenzó vendiendo billetes allá por los 80, hasta liderar con otros compañeros el nacimiento de Baleària, a finales de los 90. La naviera que preside es hoy la más importante del Mediterráneo español.
-Con la salida del grupo Matutes de Baleària, en su larga trayectoria naviera es la primera vez que usted navega en solitario, ¿dónde está su meta?
-Inicialmente son las circunstancias las que determinan el rumbo, no decisiones premeditadas para conseguir un objetivo estratégico. Yo he trabajado desde el inicio de Baleària, soy socio fundador, con otros socios que formaban la dirección de la compañía y parte de la plantilla. Arrancamos como sociedad anónima laboral, después como sociedad anónima y siempre he tenido compañeros de viaje aunque llegué a ostentar el 100% en el momento previo a la integración del grupo naviero de Empresas Matutes, porque había comprado las acciones a los socios minoritarios. Se produjo la fusión por absorción en la que se valoró en un 42,5 % la parte de Grupo Matutes y la mía en un 57,5%. Ahora esta situación me ha sobrevenido, no la he buscado yo. Grupo Matutes decide desinvertir, supongo que para centrarse en su core business hotelero, y como tengo plena confianza en el proyecto decido comprar el 100%.
-Entonces no prevé la posibilidad de nuevos socios para Baleària.
-Si esa posibilidad se diera se daría con tiempo y tranquilidad. La necesidad no es inminente. Baleària goza de capacidad y solvencia. Vamos a cerrar un buen ejercicio a pesar del contexto adverso energético y competitivo, pero ya hemos pasado casi un año y a no ser que queramos crecer con más rapidez, no contemplo abrir el capital a nuevos socios.
-Son momentos de fuerte competencia con el aterrizaje de los alemanes e italianos.
-Bueno, la competencia es saludable, te ayuda a mejorar y te hace más fuerte. Para nosotros ha habido un primer momento de incertidumbre, a ver qué traían los nuevos operadores, tanto FRS [Al cierre de esta edición la naviera alemana anunciaba la suspensión de algunas líneas], como GNV, como Grimaldi. Tenemos un entorno competitivo duro y hostil, con operadores internacionales que no aportan valor añadido ni en buques ni en servicios ni en gestión. Como única empresa local que quedamos, estamos preparados para afrontar y superar esta situación.
-Pero es un mercado donde será difícil que convivan tres operadores, ¿no?
-Hay un exceso de oferta evidente. Estamos hablando de negocios de capital muy intensivos, los gastos son muy costosos, sobre todo con la energía alta. Esta situación tendrá que resolverse en el tiempo, tendrá que volver a la normalidad, con un nuevo ajuste que permita a los operadores trabajar con margen. Nosotros estamos y estaremos mucho tiempo por nuestro propio bien y el del territorio, no dejamos de ser una naviera local que tiene una clara vocación de servicio al territorio.
-¿Cuando habla de entorno hostil, a qué se refiere?
-Subiendo el combustible, la inflación, los salarios, los costes de mantenimiento, las tasas, parece poco razonable una guerra de precios que haga que el transporte marítimo vaya en rumbo inverso. Estos operadores se han llevado una sorpresa porque ven que el nivel y competitividad que hay en Balears es muy alto, en servicio de buques, puntualidad, gestión y digitalización.
-¿Cómo diría que es el estado de los puertos de Balears?
-Los puertos de Baleares en lo que se refiere a atención de pasaje regular, que debería ser una prioridad porque es un cliente mayoritariamente residente, son tercermundistas. No tiene ningún sentido que en el puerto de Eivissa, con una estación marítima en construcción, estemos todavía en una carpa. En Palma se trabaja en el dique del Oeste. Yo a los pasajeros que van a pie los llevo en un autobús desde la estación marítima número 3 a un descampado, que es el dique del Oeste. Lo dramático es que dinero hay, porque los puertos tienen superávit, pero no acaban de dar con la tecla.
-¿Qué opina de las críticas a los cruceros que se están dando, como en Mallorca?
– Es una especie invasora. Para nosotros es un sector que nada tiene que ver con el transporte ni con el suministro de mercancías. Nadie duda de que la conectividad de bienes y de personas es fundamental para el desarrollo de los territorios, y los puertos están precisamente para eso. En esta pandemia hemos estado llevando alimentos para esenciales, oxígeno a los hospitales… El crucero no es transporte ni comercio, es un hotel móvil con all inclusive que si llegan a Mallorca en sus souvenirs venden reproducciones de la Catedral y si es Barcelona, de la Sagrada Familia. Son un inconveniente porque hay problemas de espacio y empujan hacia afuera a los barcos que nos dedicamos a una actividad esencial.
-Baleària es pionera en el uso de gas natural licuado, ¿es una alternativa de futuro o un paso intermedio?
-El gas natural licuado (GNL) es un combustible de transición que resuelve parcialmente, contamina menos, es energía más limpia que el petróleo; la solución no son las renovables, tampoco las baterías, vendrá por otras vías. El gas reduce de forma importante en un 30% la emisión de CO2, elimina el azufre, elimina el NOx [óxidos de nitrógenos] en un 85%, las partículas, mejora la huella de carbono, todos ellos gases contaminantes y supone un progreso. También se le puede llegar a inyectar hidrógeno hasta un 25% y sus instalaciones pueden ser como espacios de ensayo para el hidrógeno que apunta a ser la energía de futuro. El hidrógeno tiene problemas todavía de costes, de transporte y almacenamiento, pero trabajamos en él como alternativa de futuro.
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