Mallorca Global Mag asiste a los trabajos de reapertura del hotel Iberostar Selection Playa de Muro Village
Los hoteles de Mallorca se refuerzan para una temporada turística que se augura antológica con un mercado laboral y de la vivienda muy tensionados
Virginia Servera | Fotos: Piter Castillo e Iberostar.
Son las diez de la mañana de un lunes y parte de la plantilla del hotel cinco estrellas Iberostar Selection Playa de Muro Village lleva horas faenando. Desde hace varios días se ultiman contra reloj los preparativos para inaugurar una temporada turística que este año podría romper moldes. El optimismo se palpa en el ambiente. A la pregunta de si este podría ser un verano histórico, Marlena Koszewska, directora del alojamiento desde hace cuatro años, responde sin titubear: “Yo creo que sí. Todo parece indicar que se avecina un verano muy potente”.
Personal y presupuesto
Una Semana Santa anticipada y un volumen de reservas que supera todas las previsiones explican que Koszewska se haya apresurado a «llamar a filas» a sus primeros espadas, los jefes de sección. A ellos les corresponde gestionar las jornadas de apertura del hotel e ir incorporando paulatinamente a los empleados que conformarán sus equipos. Para ello, siempre prevalece el criterio de antigüedad. Parece lo más razonable.
La joven directora arranca a finales de marzo con un presupuesto cerrado que se aprueba el año anterior desde la central y varía en función de la estimación de los niveles de ocupación. El “budget”–así lo describe– de esta temporada se confirma generoso. Un motivo más para sentir motivación. Los gastos de personal, las reformas e inversiones, los productos y suministros del hotel y cualquier imprevisto de última hora corren a cargo de esta partida, que administra con la diligencia característica de quien lleva las cuentas de un hogar con el objetivo claro de llegar a fin de mes. La solvencia, una prioridad. Como en cualquier casa, siempre hay gastos inesperados que alteran la planificación. “En 2022, la inflación de los alimentos me obligó a destinar más fondos en cocina”, señala.
Todos a sus puestos
La misma tranquilidad que se aprecia en la Avenida de s’Albufera –todavía ajena al ajetreo de autocares y vehículos de alquiler– se respira en el Playa de Muro Village cuando todavía no ha abierto al público. Solo el movimiento de los transportistas perturba el silencio en las calles. Poco tiene que ver este clima sosegado con el bullicio –que no desorden– estival, cuando 195 trabajadores dan servicio a casi 600 clientes. Entonces, todo el engranaje tiene que estar funcionando a la perfección, narra Koszewska, quien sostiene con orgullo que el porcentaje de clientes repetidores (en torno al 15 %) va en aumento. En este sentido, “los programas de fidelización representan un impulso”, detalla.
En los exteriores del hotel, el equipo de mantenimiento y jardines se afana en acondicionar los espacios para brindar una primera impresión amable. Una conversación fugaz basta para advertir su carácter servicial. Mientras unos se ocupan de desbrozar, otros cortan el césped o controlan el pH del agua de la piscina, que se esfuerzan en mantener cristalina. El persistente viento costero de Playa de Muro en el momento de hacer este reportaje no lo pone fácil.
Mientras tanto, en las 202 habitaciones, con comodidades de lujo, las camareras de hotel limpian a fondo cada rincón después de que hayan permanecido cerradas durante los cinco meses de temporada baja. A estas alturas, conservan energías para bromear: “De haber sabido que veníais, me habría maquillado un poco”, se escucha desde el pasillo cuando se percatan de nuestra presencia. “¡Enviadnos las fotos!”, solicitan entre risas las que se aproximan al ascensor. Por primera vez, este verano contarán con camas elevables que les aligerarán el trabajo. Semanas antes, la directora ya ha “lanzado” toda la reposición: toallas, fundas nórdicas, etc. Nada queda en el aire. Nada se improvisa.
De camino al bar, cuyo mobiliario está protegido del temido polvo con sábanas y fundas de plástico que le confieren un aspecto fantasmagórico, nos cruzamos con un mozo que carga una pila de textiles relucientes. Como haría con un cliente, nos cede el paso con cortesía. Maribel Fluxà, propietaria del alojamiento, explica a las puertas del restaurante bufet el sacrificio que supone ponerlo todo en marcha: “Un buen cierre, facilita mucho una buena apertura”, sentencia desde la experiencia.
Ya en cocina, el jefe Alberto Ridruejo nos regala una cálida bienvenida. La pedagogía de sus explicaciones corrobora su pasión por el oficio. Busca compañeros con sus mismas inquietudes; en el Job Day del SOIB ha sumado cuatro fichajes para esta temporada. Todo un éxito teniendo en cuenta que su departamento es el que más cuesta dotar de personal. Ridruejo revela los secretos para alimentar centenares de bocas: cámaras separadas para conservar los alimentos en condiciones óptimas, organización y limpieza son ingredientes básicos. Además de un economato propio que garantiza el abastecimiento ágil de productos secos. Al tiempo que examina el estado de los suelos, azulejos y siliconas, el jefe de cocina expresa que fantasea con una cocina más amplia. Marlena sonríe y con mirada cómplice declara: “Será lo siguiente”. El ambiente de compañerismo y confianza es total.
Turismo activo
A tres minutos a pie del Iberostar Selection Playa de Muro Village se encuentra el hotel Iberostar Playa de Muro, con el que comparte plantilla ocasionalmente y comedor para los trabajadores. Fieles a la transparencia mostrada en todo el recorrido, nos abren sus puertas a la hora del almuerzo. Los aromas que nos llegan son equiparables a los de cualquier restaurante respetable y el ir y venir de trabajadores de todas las categorías confirma nuestras sospechas. En la pared puede leerse: “Hoy es un buen día para sonreír”.
La directora del Iberostar Playa de Muro, Rosa Simó, refiere que el cicloturismo adelanta el inicio de temporada en este cuatro estrellas. Alemanes, belgas y suizos, en su mayoría, eligen Playa de Muro como destino de sus viajes en bici desde finales de febrero. Solo en marzo contabilizaron cinco mil estancias.
Por el perfil de consumidor, en el Iberostar Playa de Muro las exigencias son diferentes. Al menos hasta finales de mayo, cuando el turismo familiar pasa a ser predominante, mantiene Simó, que nos presenta sus instalaciones bikefriendly con enorme satisfacción. No hay dudas de que es su plato fuerte. Por esta razón, desde el principio vuelcan los esfuerzos en poner a punto el garaje de bicicletas, el taller de reparación, el gimnasio o la piscina semiolímpica donde se entrenan algunos deportistas. “Son clientes exigentes con la comida y gastan mucho en oferta complementaria”, asegura la responsable. En las inmediaciones del hotel, amplían sus servicios con una tienda especializada para ciclistas y rutas organizadas.
La escasez de mano de obra y vivienda, un hándicap
Marlena Koszewska apunta que cubrir todos los puestos de trabajo en el sector hotelero es hoy un desafío debido a la alta movilidad laboral que desencadenó la pandemia: “El año pasado ya fue complicado. De hecho, tuvimos que retrasar la apertura de uno de los puntos de venta porque no encontrábamos personal”. Tal es su preocupación, que para este año ha decidido anticipar las contrataciones asumiendo costes añadidos: “Si tengo un CV bueno, fuerzo el presupuesto. De hecho, voy a asumir en la apertura mucha más plantilla de la que debería. Tendremos que jugar con las vacaciones”, manifiesta. La directora relata que atrás queda la “fidelidad” de los empleados de épocas pasadas y que las bajas voluntarias y excedencias se han convertido en una constante. Asimismo se lamenta de que el personal ya no muestre la misma disposición para realizar turnos partidos por el elevado precio de los carburantes: “No quieren hacer tantos desplazamientos en coche”.
El precio y la carestía de vivienda en la isla representan asimismo un freno para captar profesionales de fuera. “Estoy tratando de alquilar pisos en los alrededores por si en un momento dado tengo que lanzar ofertas a nivel nacional pero los precios están por las nubes”, adelanta Koszewska, que no valora como solución rentable la fórmula de bloquear habitaciones del hotel para alojar a los trabajadores. Esta práctica, que en Mallorca se originó con el boom turístico, vuelve a ser habitual entre las cadenas hoteleras para paliar el problema de la vivienda. Con el fin de retener a sus empleados, algunos hoteleros optan, incluso, por comprar apartamentos o subvencionar parte del alquiler, como es el caso de Hipotels.
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