Las repercusiones socioeconómicas de la pandemia y los riesgos y oportunidades que emanan de megatendencias como la disrupción tecnológica, el cambio climático y la sostenibilidad, la evolución demográfica global y la preocupación por la salud y el bienestar, entre otras, están estimulando la reflexión en muchas regiones del mundo en torno a sus futuras vías de desarrollo.
En este afán de ‘conjugar en futuro’, la productividad es, en los paradigmas internacionales vigentes, la piedra angular de la doble capacidad que todas las regiones se ven obligadas a entrenar: la de ser atractivos en el exterior –creando bienes y servicios que satisfacen las exigencias de los mercados internacionales– y prósperos en el interior –mejorando la calidad de vida de la población local–.
Encaminar este doble objetivo, en Balears, requiere, en primera instancia reconocer las fortalezas y debilidades competitivas de las islas, situadas, según la última medición de IMPULSA BALEARS en la posición 153 de entre 234 regiones de la UE-27. Una posición competitiva ‘baja’, en la que destacan algunas fortalezas como los pilares referentes a ‘salud’ (posición 8), ‘infraestructuras’ (posición 35), ‘educación básica’ (posición 83), y ‘preparación tecnológica’ (posición 46).
Sin embargo, el archipiélago sigue ahondado en sus principales debilidades, pues mantiene en los tramos de competitividad ‘baja’ o ‘muy baja’ sus posiciones en buena parte de los impulsores de la eficiencia y la innovación, como son: la ‘sofisticación empresarial’ (posición 151), la ‘eficiencia del mercado de trabajo’ (posición 185) y la ‘educación superior’ (posición 194). Se trata de una tríada de pilares que es clave para impulsar productividad en las islas, la llave de paso en estos momentos a tramos de competitividad más altos, y que explica, en cualquier caso, el tensionamiento de aspectos esenciales de sostenibilidad social (posición 164), como la población ocupada que cuenta únicamente con estudios de formación básica (posición 220), la igualdad de rentas (posición 177), la incidencia del empleo vulnerable (posición 174), el paro juvenil (posición 17) o la igualdad de oportunidades (posición 125).
Con todo, los últimos movimientos sobre el tablero europeo permiten extraer algunas pistas de como ‘conjugar en futuro’ en Balears:
- Las regiones europeas más competitivas mantienen una performance equilibrada de los pilares que sustentan su posición. Balears, por el contrario, presenta una dispersión notable de sus puntuaciones competitivas; pues se encuentra entre las 125 regiones con más desequilibrio, duplicando con creces en este sentido la media europea. He ahí, el primer ingrediente de la receta: avanzar de forma pareja en los distintos pilares que explican el posicionamiento actual del archipiélago.
- Existe una apuesta competitiva mayoritaria y generalizada entre las regiones europeas por los impulsores de la eficiencia. 3 de cada 4 regiones que han mejorado su posición en el ranking de competitividad global han escalado en la distribución que puntúa su performance en los impulsores de la eficiencia. Y, más particularmente, 2 de cada 3 de estas regiones lo ha hecho avanzando en el pilar de ‘educación superior’. He ahí, el segundo ingrediente de la receta: situar la tasa de abandono escolar en la media europea (el 9,6%), mejoraría 11 posiciones en el ranking general y dejaría a las islas en a las puertas del tramo de competitividad ‘media’.
- Las regiones líderes en los impulsores de la innovación aceleran y empujan la frontera de competitividad, sobre todo en ‘preparación tecnológica’ y ‘capacidad innovadora’. Y esto se ve desde Balears, pues a pesar de que Balears ha escalado posiciones (de la 76 a la 46) en ‘preparación tecnológica’, la distancia de la frontera sigue señalando que hemos recorrido el 62,1% del arco de puntuaciones que encabeza la holandesa Utrecht. He ahí, el tercer ingrediente de la receta: moverse más rápido que aquellos que mueven el listón.
Ahora bien, el principal mensaje que lanzan estas tres pistas es que la verdadera ambición no está en los objetivos, está en el enfoque. ‘Conjugar en futuro’ obliga a hacer un cambio de ‘chip competitivo’, o lo que es lo mismo, cambiar de verbo: relajar el verbo ‘acumular’ y centrarse en el verbo ‘aprovechar’.
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